El contrabajista Dave Holland puede estar entre los héroes secretos (a voces) del jazz de las dos últimas décadas. Británico catapultado al jazz internacional cuando fue fichado por Miles Davis en 1968, Holland ha estado presente en innumerables aventuras musicales: de Chick Corea a Sam Rivers, del contrabajo solo a su incorporación a la banda formada por Hancock, Metheny y DeJohnette. Hace 15 años que formó su propia banda, en los formatos de trío y de quinteto, y por ella han pasado gentes como Steve Coleman y Kenny Wheeler. En su último disco, un solo cambio respecto al anterior: Chris Potter, quien empuña los saxos soprano, alto y tenor en sustitución del altista Steve Wilson, Siguen, pues, el trombonista Robin Eubanks, el vibrafonista Steve Nelson y el baterista Billy Kilson. En el repertorio, cinco originales de Holland y uno de cada uno de los miembros del grupo. Como tal suenan, con un ensamblaje que no se improvisa y que al tiempo permite la máxima expresión individual. Y lo que ofrecen está entre lo que buscamos: un paso más allá de antiguas tradiciones.