Alban Berg: Wozzeck.
Mantiene el regista germano que todos somos víctimas en una sociedad dominada por el vil metal. Esto exige de los intérpretes una interpretación particularmente intensa, lo que se hace patente, ante todo, en la Marie de Angela Denoke, una soprano especializada en encarnar a personajes sometidos pero con ansias de liberarse (como en su Katia Kabanova salzburguesa). Aquí, en el papel con el que se consagró en el mismo festival con Abbado, es una mujer que no acepta su condición miserable y se rebela contra ella, con una voz que tiene ese filo incisivo que recuerda a la joven Anja Silja. A su lado, el Wozzeck de Bo Skovhus tiene menos facetas, aunque está impecablemente cantado y posee un infrecuente vigor juvenil. De los demás (a los que no podríamos calificar de secundarios) hay que resaltar el extraordinario Capitán de Chris Merritt, en otra cima de su nueva trayectoria en el repertorio expresionista.
Ingo Metzmacher lleva la obra con mucho cuidado por el detalle instrumental y sabe establecer un nexo de unión con las vanguardias. Una versión, como decíamos, de indiscutible clima teatral de una de las más grandes óperas de este siglo que está terminando, y que conserva intacta toda su fuerza expresiva