Alexander Scriabin: Sinfonía nº 3. Poema del éxtasis.
Pero si Pletnev logra un buen Scriabin no es por su cercanía al compositor, sino por su distancia. Entre éxtasis y juegos divinos, Scriabin tiende a perder pie, mientras que Pletnev no se separa jamás de los sonidos reales, los que de verdad llegan al oído. Compruébenlo en este disco. Oigan a un Scriabin medido en vez de desmesurado, sometido al pentagrama, rebajado de dios a compositor. Es mérito de Pletnev y de su Orquesta Nacional Rusa, una orquesta creada y mantenida por él, reclutados con tino sus profesores entre el gran follón orquestal de la nueva Rusia.