Los dos conciertos para piano
JOHANNES BRAHMS
8 noviembre, 2000 01:00La mente artística de Pollini analiza, separa, expone y, al final, junta de nuevo: consigue, como nadie, enseñarnos lo que el piano de Brahms tiene por dentro, sin por ello romper el sentido del conjunto. A veces, el oyente tiene la sensación de que el pianista ha ido demasiado lejos y que nos enseña las interioridades de la casa Brahms con impudicia porque, efectivamente, de las manos de Pollini lo oímos todo, el resultado y el método, la música y las capas sucesivas que la componen: tan nítidas se nos exponen las cosas que cualquier estudiante de solfeo podría anotar al dictado estos dos conciertos de estructura tan densa a partir del disco. No se entienda que la interpretación es fría o distante. Ocurre, sencillamente, que para lograr el impulso romántico Pollini no necesita emborronar las cosas.
En eso, que es lo fundamental, coincide con su paisano Claudio Abbado, y de ahí la coherencia global del disco. Las breves discordancias respecto del tempo no molestan porque se entienden como el debate artístico de dos grandes personalidades. La Filarmónica de Berlín está a la altura de su prestigio. Los técnicos de Deutsche Grammophon, no tanto. No es perfecta su toma en directo en una sala que conocen bien: la Musikverein. El piano de Pollini no les suena redondo y la orquesta se nos da demasiado inmediata, con un sonido que no ha terminado de cocerse en el aire de la sala.