Viejas batutas para un nuevo siglo
Salen de los archivos legendarias grabaciones de los grandes de la dirección
8 mayo, 2002 02:00La firma Emi ha recuperado una selección de grabaciones históricas de las más importantes batutas del siglo XX. Tras rastrear en los archivos discográficos o de las emisoras radiofónicas, se han conseguido fascinantes testimonios como la Octava de Bruckner por Carl Schuricht, la Fausto de Liszt por Argenta o la Pastoral de Erich Kleiber.
Excelente es la serie de grabaciones, con interpretaciones de nivel entre lo más que notable y el sobresaliente. Proceden de tomas de sonido de estudio y de radio que dan un alto rango y homogeneidad, con presentaciones literarias cuidadas y rigurosas. De las dieciséis producciones reseñadas, sólo cinco no recogen material tomado del concierto, y se basan exclusivamente en los registros fonográficos de estudio efectuados por los artistas: son los casos de Ernest Ansermet, Ataúlfo Argenta, Nikolai Malko, Carl Schuricht y Bruno Walter.Mítico Argenta
Dejando al margen sus calidades musicales, bien notorias en los cinco muy diferentes artistas -aunque el suizo y el español tiene muchos puntos interpretativos en común, y no en balde el segundo quiso que el primero le sucediera en la titularidad de la Orquesta de Suisse Romande-, son estos los álbumes menos interesantes, aunque en ellos figuren grandes traducciones olvidadas en el mundo arcano del LP como La isla de los muertos de Rachmaninof por Ansermet, o la Sinfonía 92 de Haydn por Malko, o trabajos que en su día hicieron leyenda y a los que el tiempo sigue respetando, como la Sinfonía Fausto de Liszt por Argenta, o la Pastoral beethoveniana por Bruno Walter, amén de esa joya que es la Octava Sinfonía de Anton Bruckner en la traducción que Schuricht firmara en 1963 al frente de la Filarmónica de Viena.
En el ámbito de las grabaciones radiofónicas, tomadas en vivo, el máximo atractivo se da en el álbum consagrado al húngaro Ferenc Fricsay, en el que todas las interpretaciones proceden de la sala de conciertos, con mención especial para la Novena de Shostakovich del año 54, la Heroica de Beethoven del 61 o la chispeante versión del Aprendiz de Brujo de Dukas de ese mismo año, todas éstas con su orquesta berlinesa de la Radio, más una portentosa lectura de las Danzas de Galanta de Kodaly con una Filarmónica de Viena de nuevo en estado de gracia y en registro dimanado del Festival de Salzburgo del mismo 1961.
Los otros nueve álbumes deparan confirmaciones gozosas, como la Sinfonía Fantástica de Berlioz de Cluytens, grabada en Tokio en 1964, y superior a la notabilísima versión de este mismo artista registrada en estudio; la Sinfonía Italiana de Mendelssohn a cargo de Busch en concierto en Copenhague; la densa Séptima de Sibelius que Koussevitzky brindara en Londres en 1933 con la entonces juvenil Orquesta de la BBC, o la Segunda Suite del Daphnis de Ravel en luminosa propuesta de Markevitch en Hamburgo del año 1960.
Soberbio Liszt
En otros casos, la sorpresa es gratificante, como en el soberbio Liszt de estudio del hoy casi olvidado Nikolai Golovanov, con "narraciones" de encendida poética en las cinco obras escogidas (Orfeo, Prometeo, Mazeppa, Sones de fiesta y Héroïde funébre), o como en la vigorosa Quinta Sinfonía de Martinu tomada en concierto a Karel Ancérl en Toronto (1971), así como en la globalmente notable traducción de la"Resurrección" de Mahler interpretada por Sir John Barbirolli en Frankfurt cuatro meses antes de su muerte (1970).
En este sumario recuento, no se pueden dejar de lado la admirable Sinfonía "Pastoral" de Beethoven (¡otra visión extraordinaria!) de Erich Kleiber al frente de la Filarmónica Checa en la Primavera de Praga de 1955, o el centelleante Don Juan de Strauss comandado por Ormandy a la Sinfónica de la Radio de Baviera en gloriosa velada del año 59. Y es que la radio ha sido el gran testigo musical de la pasada centuria y, por ahora, puede seguir ostentando dicho honor en el siglo que acaba de empezar.