G. Verdi
G. VERDI: La Traviata. G. M. Giulini. Idis 6367/68 2 Cds
Diverdi ha importado una grabación radiofónica de 1952, con un sonido bastante aceptable, que nos trae la voz envidiable de Renata Tebaldi, una mítica soprano que este año ha cumplido ochenta años pero que entonces se hallaba en una avasalladora plenitud. ¡Qué placer poder escuchar en aquellos años versiones tan distintas y tan magníficas ambas como las que ofrecían Callas y Tebaldi de una misma ópera verdiana! La primera abordaba Violetta desde la sutileza interpretativa, la segunda desde la expresividad de una vocalidad apabullante. La voz de Tebaldi fue única en su morbidez, homogeneidad y caudal. Su segundo y tercer acto resultan de antología y casi al mismo nivel ronda el cuarto. Aunque resuelve bien el primero, estamos tan acostumbrados a las fáciles coloraturas de las ligeras, que son quienes hoy cantan el papel, que encontramos su voz un poco "pesante". El resto del reparto es mero acompañamiento. Carlo María Giulini dirige con tanto gusto que hasta los coros del tercer acto merecen ser escuchados.
Diverdi ha importado una grabación radiofónica de 1952, con un sonido bastante aceptable, que nos trae la voz envidiable de Renata Tebaldi, una mítica soprano que este año ha cumplido ochenta años pero que entonces se hallaba en una avasalladora plenitud. ¡Qué placer poder escuchar en aquellos años versiones tan distintas y tan magníficas ambas como las que ofrecían Callas y Tebaldi de una misma ópera verdiana! La primera abordaba Violetta desde la sutileza interpretativa, la segunda desde la expresividad de una vocalidad apabullante. La voz de Tebaldi fue única en su morbidez, homogeneidad y caudal. Su segundo y tercer acto resultan de antología y casi al mismo nivel ronda el cuarto. Aunque resuelve bien el primero, estamos tan acostumbrados a las fáciles coloraturas de las ligeras, que son quienes hoy cantan el papel, que encontramos su voz un poco "pesante". El resto del reparto es mero acompañamiento. Carlo María Giulini dirige con tanto gusto que hasta los coros del tercer acto merecen ser escuchados.