No son muy conocidos estos primeros Conciertos vivaldianos para violonchelo obbligato, que nos ofrece aquí el estupendo y joven conjunto Sonatori de la Gioiosa Marca. Son obras de exultante rítmica, de atractiva frescura melódica. Los intérpretes han optado por una formación muy reducida, un instrumentista por parte, con el fin de seguir las pautas históricas más estrictas y rigurosas. Todo queda así meridianamente clarificado en torno al chelo, que por aquella época -años 1708 a 1712- era un instrumento que estaba empezando su carrera como solista. En la grabación -un punto retumbona- tal cometido lo defiende Walter Vestidello, de hermoso y penumbroso sonido y una técnica de arco de rara infalibilidad.