Image: Gaetano Donizetti
Gaetano Donizetti
Lucie de Lammermoor, versión francesa de Lucia de Lammermoor, se estrenó en París en 1839, poco antes de que Donizetti se hiciera dueño de la ciudad y diera a conocer obras como La fille de régiment, La favorite o Don Pasquale. No es únicamente una traducción del libreto de Cammarano, debida a Royer y Vaëz, sino una nueva redacción de la partitura. Persiste la mayor parte de la música, pero hay numerosos cortes. La figura del capellán, Raimond, por ejemplo, sale muy poco; el preludio del segundo cuadro del primer acto se suprime, como la cavatina "Regnava nel silenzio", que es sustituida por otra página de menor impacto. Faltan también el dúo de Lucie con Raimond y el preludio y recitativo de Edgard de comienzo del acto tercero. La orquestación es prácticamente idéntica.
Está bien que conozcamos esta versión francesa de ópera tan célebre. El reparto es de calidad. Natalie Dessay ha robustecido su voz de ligera al tiempo que ha perdido pureza de emisión y facilidad en la zona alta. Correctas agilidades y agudos (hasta el re 5) en los que asoma un ligero vibrato de fatiga. Roberto Alagna también ha ganado consistencia, pero su timbre argentino es ahora más bronco y su emisión más áspera. Canta simplemente bien y con episódicos engolamientos, nada de éxtasis amoroso y relativos matices. Ludovic Tézier posee una apreciable voz baritonal, oscura y seca, y dice bien. Coro y orquesta, aceptables, dirigidos con contundencia, antes que con gracia, por Pidò. En general, una interpretación que no guarda demasiadas esencias belcantistas y resulta más bien ayuna de lirismo poético.
Está bien que conozcamos esta versión francesa de ópera tan célebre. El reparto es de calidad. Natalie Dessay ha robustecido su voz de ligera al tiempo que ha perdido pureza de emisión y facilidad en la zona alta. Correctas agilidades y agudos (hasta el re 5) en los que asoma un ligero vibrato de fatiga. Roberto Alagna también ha ganado consistencia, pero su timbre argentino es ahora más bronco y su emisión más áspera. Canta simplemente bien y con episódicos engolamientos, nada de éxtasis amoroso y relativos matices. Ludovic Tézier posee una apreciable voz baritonal, oscura y seca, y dice bien. Coro y orquesta, aceptables, dirigidos con contundencia, antes que con gracia, por Pidò. En general, una interpretación que no guarda demasiadas esencias belcantistas y resulta más bien ayuna de lirismo poético.
