El oratorio no era la especialidad de Albert Lortzing (1801-1851). Lo suyo, hombre vitalista, metido desde siempre en el mundo del teatro, era la comedia musical o la ópera de corte romántico: Zar y carpintero, Undine (de donde, entre otros, bebería Wagner). Este oratorio de juventud (1828), para cuya redacción -sobre texto de Friedrich Karl Rosenthal- de seguro debió de pesar en el ánimo de Lortzing la muerte sucesiva de sus dos pequeñas hijas, nos muestra de manera muy clara la frescura melódica, la elegancia de trazo, el conocimiento de la forma, la resolución de los acentos y los muy atractivos contrastes dramáticos. Hay un estupendo manejo del contrapunto, quizá un tanto académico, como se aprecia en la fuga de cierre de la primera parte. La interpretación es dirigida con experta batuta y limpieza por el especialista en música coral Helmut Froschauer. Buena prestación de los profesionales conjuntos de la Radio de Colonia. El equipo vocal deja bastante que desear: Una rareza servida con dignidad.