El padre Antonio Soler (Olot, 1729-El Escorial, 1783) compuso alrededor de 75 sonatas para clave, que siguen en general la estela de las de Domenico Scarlatti, con cultivo del bitematismo, aunque con un regusto más hispánico y una elaboración en la que suelen preponderar los diseños breves y el uso de tonalidades lejanas. El estilo seco, cortante, vivo, de clarísima pulsación y nítida digitación de Alicia de Larrocha va bien a estas partituras. La pianista barcelonesa nos dejó esta grabación, ahora bien reprocesada para compacto, de 1967 en la que el teclado se pliega a los mil y un matices, al ritmo descarado y ágil, a los contrastes dinámicos. Todo tiene el aire preciso y elegante del clavecín. Incluye ocho sonatas -el disco sólo dura 42 minutos-, entre ellas la muy conocida en fa sostenido mayor -tocada con un brío y al tiempo una delicadeza excepcionales-. Trinos, ataques, adornos, línea son desarrollados magistralmente en estas páginas editadas por Max Eschig, del volumen I de la colección preparada por Joaquín Nin.