Siguiendo una costumbre de la época, se nos ofrecen aquí adaptaciones de motetes, antífonas y partes de misas de Tomás Luis de Victoria. De esta manera la música se nos aparece dotada de luces insospechadas. Para que el mensaje cale es preciso contar con una voz que nos llegue; penetrante, musical, equilibrada en armónicos, sonora. Como la del contratenor vitoriano Carlos Mena. Se nota su relación con el también contratenor y director de orquesta René Jacobs, de quien posee la densidad, el rico colorido, aunque es más afinado que el maestro. Estupendos los arreglos de Juan Carlos Rivero, espléndido laudista y vihuelista. Colabora Francisco Rubio Gallego (corneta). Un disco muy bello y poético, para disfrutar rodeado de mucho silencio.