Se hablaba aquí hace unos meses de la bondad del comienzo de la integral beethoveniana de este magnífico grupo húngaro. Hoy ratificamos las iniciales impresiones tras la escucha de los Cuartetos 1 a 6. Lo que resalta en esta versión es la limpidez del sonido, la claridad de las líneas contrapuntísticas, la elegancia de la acentuación, lo satinado del espectro tímbrico. Estas seis primeras partituras poseen ya una densidad prerromántica indiscutible, lo que requiere un acercamiento más bien fronterizo. Cosa que entienden muy bien estos músicos que prestan a los pentagramas una frescura de cosa nueva, reveladora. Una interpretación al más alto nivel.