Daniel Möller-Schott (1976) posee un sonido amplio y bien equilibrado y domina perfectamente las difíciles agilidades que le plantea el Concierto para cello (1946). Sin dar todavía la incandescente densidad lírica del Andante sostenuto, muestra un alto grado de competencia en una de las mejores páginas del autor georgiano, no exenta de una originalidad que siempre se le negó. Esta versión, en la que colaboran excelentemente la Ciudad de Birmingham y Sakari Oramo, es hoy una buena opción. Más rivales tiene la muniquesa Arabella Steinbacher (1981) en la obra para violín (1940). Su arco todavía ha de crecer y su sonoridad hacerse más muelle. Claro que en catálogo están interpretaciones tan señeras como las de Oistraj (dedicatario), Kogan, Szeryng o Perlman.