Hace unos meses ensalzábamos en estas páginas la interpretación de los tríos con piano de Brahms a cargo de los hermanos Renaud y Gautier Capuçon y Angelich. Hoy comentamos la de las tres sonatas para violín a cargo del primero junto al mismo pianista. Nos atrae especialmente ese tinte dulce del timbre del instrumento de cuerda y el fraseo elegante, bien construido y de medidos acentos, que caracteriza al artista francés. Hay mucha poesía en estas recreaciones; sin duda la que tienen estas partituras, que pertenecen a la franja más poética y lírica del compositor. Todo se desarrolla con limpieza, finura, adecuado colorido, como a media voz, sin caer en el amaneramiento. Los dos instrumentos encajan estupendamente y dibujan, uno y otro, exquisitas volutas expresivas. Exultante versión del Scherzo de la juvenil Sonata FAE, una obra colectiva, un obsequio al violinista Joachim. Registro recomendable por su refinamiento e íntima efusión.