Menos fulgurante que Lang Lang, asimismo artista de Deutsche Grammophon, Li da la impresión de que mastica, deglute y digiere con más calma los pentagramas, aunque siempre desde una visión en la que la premura parece ser ley. Pero la velocidad, nunca excesiva en todo caso, no es obstáculo para que no podamos reconocer la entraña y el sentido expresivo de la música. El recital, muy bello y lógico en su planteamiento, nos permite degustar unas finas y claras, bien acentuadas Sonatas de Scarlatti (K 380 y 13), una de Mozart delicadamente labrada, atenta al más pequeño detalle de la partitura (K 330); un Carnaval de Schumann fraseado algo chatamente, sin la imaginación y el colorido fantástico de otros pianistas del pasado, pero con un grado de ejecución y madurez muy respetable. Y una Rapsodia española de Liszt -en la que el tema de la folía está tan bien trabajado-, espléndidamente tocada, con una jota muy graciosa. La toma sonora, realizada en la Musikverein de Viena, es muy buena.