En este disco encontramos de nuevo al director inglés Simon Rattle, que desarrolla desde su podio en la Filarmónica de Berlín una actividad constante, casi frenética, que exhibe de nuevo en esta colaboración con una extrañamente madura Sarah Chang. Todo parece funcionar: encaje solista-tutti, articulaciones, proceso de transiciones, balances… Todo está en su sitio para que podamos degustar estas interpretaciones, dotadas de un aura de seriedad, de sabor agridulce, de madurez alejada de los simples fuegos de artificio, de estos dos Conciertos nº 1, dos obras distintas y en algún caso complementarias. Frente a los sombríos planteamientos y a la postrera fiereza del de Shostakovich, el efusivo y traslúcido lirismo del de Prokofiev. Penetramos en sus entresijos a través de una sobria y muy matizada recreación, que se sitúa en lugar preferente dentro de la respectiva discografía reciente. Es de alabar el sutil sonido desplegado por la violinista, que no realiza ningún alarde y que atiende milimétricamente las disposiciones de un lúcido Rattle.