Reencontrarse con Bob Dylan sigue siendo un placer. A sus 65 años, y con 44 discos a sus espaldas, el maestro arrincona su papel de portavoz generacional, piensa globalmente y apuesta por el sonido. Buenas letras, como de costumbre, arropadas en esta ocasión por una banda seria que le besa los pies. Canciones defendidas por un veterano cascarrabias que toca la guitarra, la armónica, el piano como siempre y canta como nunca.

Modern Times es una excelente forma de culminar una trilogía que se abrió con Time Out Of Mine (1997) y tuvo continuidad en Love And Theft (2001). Discos de madurez, alejados de la decrepitud, que hacen de BobDylan un genio incombustible. Piensen que hace ahora 40 años el cantante y compositor de Duluth se encontraba grabando Blonde On Blonde, una obra grandiosa, tal vez la cumbre de su carrera, que cambió para siempre la historia de la música popular.

El Dylan del siglo XXI no necesita, como necesitó el bueno de Johnny Cash, apoyarse en el hombro de un productor visionario que sepa leer sus momentos de inspiración y adorne sus canciones con melancolía. Dylan sigue siendo dueño de si mismo. En este disco se autoproduce, consigue reinar en el estudio y, con el álbum en el mercado, escupe vilis en la cara de sus jóvenes colegas: "No conozco a nadie que haya hecho un disco que suene decente en los últimos 20 años". El sonido del nuevo disco de Bob Dylan es contundente, clásico, atemporal. Un sonido que engrandece diez canciones que hablan del mundo, de Louisiana, del futuro... Tenemos Dylan para rato.