Nos sorprende de nuevo Javier Perianes (Nerva, Huelva, 1978) en una madura aproximación a la Música callada (1959-67) del catalán Federico Mompou (1893-1987), resumen del aéreo e inconsútil estilo del autor barcelonés, que supo construir unos pentagramas muy personales partiendo de influencias francesas, que anclaban en Satie y los Seis por lo que afecta a su claridad y aparente sencillez y enlazaban con el juego de acordes y resonancias de Debussy. El valor aforístico de estas páginas, de perfumadas sonoridades, de delicadeza extrema, no favorece una fácil interpretación. La de Perianes nos parece excelente, porque ha sabido entender el significado y el aroma de esta música, realmente callada por su capacidad de íntimo recogimiento y sutileza, y ha logrado penetrar en ella con máxima finura, desarrollando con naturalidad la técnica del apagamiento al tiempo que sabe dar al ataque la densidad y carne adecuadas. Destaquemos los sutiles pianísimos, como los obtenidos en el nº 1; las suaves alternancias forte-piano (11), la elegancia de los mordentes (12), la claridad y agilidad (16), el manejo del pedal (17), el delicado juego de dinámicas (20). El nº 26 resulta admirable por la capacidad de aplicar un matiz dinámico prácticamente en cada nota. La recreación puede colocarse, sin demérito, al lado de las del propio compositor y de Colom (que ha sido, uno de los maestros de Perianes).
El disco incluye también Tres variaciones (1921). La imagen del pianista se completa con el disco, aparecido ya hace un año, editado por el Festival de Granada y el sello RTVE, que recoge un recital en el Patio de Los Arrayanes de julio de 2005. Blasco de Nebra, Debussy, Chopin, Falla y Haydn reciben, cada uno, el tratamiento, en ocasiones de alto virtuosismo, correspondiente.