G. Verdi
La forza del destino
12 abril, 2007 02:00
Dimitri Mitropoulos tenía una especial debilidad por La forza del destino, como probó en la legendaria producción del Maggio Musicale Fiorentino de 1953, a la que ésta, de siete años después en la ópera de Viena, -aparecida en otros sellos, pero ahora procedente del archivo oficial del teatro con un excelente sonido- no le va a la zaga. La electrizante batuta del maestro griego logra dotar de pulso dramático y una casi imposible coherencia a una obra tan heterogénea como arrebatadora, ya desde el comienzo (no decimos la obertura, pues se intercala entre el primer y el segundo cuadro, como era norma en ciertos teatros como el Met). El reparto es magnífico, contando con uno de los mejores trabajos de la demasiado olvidada Antonietta Stella, muy en la línea de Tebaldi, aunque con más calor. Excelentes Giulietta Simionato (Preziosilla de lujo) y Ettore Bastianini, al igual que Giuseppe di Stefano, a pesar de que Don Alvaro quizá no fuera uno de sus más emblemáticos papeles verdianos. Muy "alemanotes" resultan en sus respectivos roles el Padre Guardiano de Walter Kreppel y, sobre todo, el histriónico Melitone de Karl Doench.
