Los amantes de esa música llamada de forma simplista "americana", sonido que desde la modernidad rinde culto a las tradiciones, convirtieron al primer Ryan Adams (Jacksonville, 1974) en enésimo heredero del espíritu de Gram Parsons. Varios años y discos después, Adams sigue siendo un compositor extremadamente prolífico, preocupantemente irregular y, en ocasiones, absolutamente genial. Si hubiera publicado la mitad de discos, todos serían excelentes. Tanto como este Easy Tiger, un trabajo serio, maduro y muy brillante que ofrece la mejor cara del que fuera líder de los nunca suficientemente ponderados Whiskeytown. Alejado de la imagen de "rock star imberbe", y con una banda, los Cardinals, en plena forma (Neal Casal en las guitarras), Adams ha organizado este trabajo discográfico alrededor de trece excelentes canciones. Con eso está todo dicho: la sensibilidad de un compositor muy inspirado, buenos músicos y, la guinda, una producción sencilla, pero riquísima en matices. Sólo de este modo es posible que la voz de Ryan Adams, y las guitarras acústicas y "lap steel", se deslicen tema tras tema como por una autopista de auténtico terciopelo.