En 1967 Plácido Domingo se presentaba en la Staatsoper de Viena con el papel titular del Don Carlo de Verdi. Justamente cuarenta años después, el coliseo se vestía de gala para acoger un acto en homenaje al cantante madrileño, que incluía escenas de dos de sus personajes más emblemáticos: Siegmund de La Walkyria de Wagner y el Otello verdiano. Por su parte, la firma alemana Orfeo ha publicado también su tributo al artista, dentro de la serie que dedica a grabaciones tomadas en la prestigiosa institución, con un triple álbum que recoge -con magnífico sonido- varias de las mejores intervenciones del tenor español, que es Kammersänger del gobierno austriaco desde 1980 y Miembro de Honor del teatro desde 1988.

Los discos presentan momentos tan memorables como los fragmentos del Trovatore con Herbert von Karajan, Otello y Carmen con Carlos Kleiber, La dama de picas con Seiji Ozawa o Andrea Chénier con Nello Santi, además del recientemente publicado Giuramento de Mercadante con Gerd Albrecht o la Hérodiade de Massenet con Marcello Viotti. Pero hay también bastantes primicias, como su Canio o su Cavaradossi con Fabio Luisi, una Bohème con García Navarro, La Fanciulla del West con Leonard Slatkin, Le Prophète de Meyerbeer, Sansón y Dalila con Georges Prêtre, o un incandescente dúo final de Carmen con Agnes Baltsa.

El último disco está consagrado a Wagner, con extractos de Lohengrin, Parsifal y una excelente Walkyria dirigida por Dohnányi. Títulos todos ellos que el cantante ha marcado con su estilo arrebatado y su canto expansivo, que ha cautivado incondicionalmente al público vienés. Sus parejas femeninas son impresionantes: Raina Kabaivanska, Mirella Freni, Barbara Frittoli, Gabriela Benackova, Hildegard Behrens, Waltraud Meier, Fiorenza Cossotto o Elena Obraztsova. En fin, un testimonio deslumbrante.