Joaquín Homs (Barcelona, 1906-2003) es escasamente conocido. Por eso, discos como éste o los dos con la obra sinfónica editados por Columna Música y la SECC son bienvenidos. Encontramos en este registro composiciones de diversas épocas, desde el algo pretencioso Concertino para piano y orquesta de cámara (1946-47) o las más bien sencillas -no ajenas al neoclasicismo stravinskiano- Ocho piezas cortas (1948) al Soliloquio II para cuerdas (1974) o al Díptico I para piano (1976), con empleo sui generis de las técnicas seriales. En medio, el dramático y expresionista Adagio para cuerdas (1950) y el ciclo de seis breves canciones El caminant i el mur, sobre textos de Espriu (1962), construidas a partir de una serie de doce notas. Como complemento, una temprana Suite para piano (1921). Lo más destacado de la interpretación viene de la mano del pianista catalán Jordi Masó, limpio de digitación, intencionado y buen comentarista además. La mezzo, también catalana, Montserrat Torruella, de timbre penetrante, anda falta de delicadeza y la Orquesta de Granollers no acaba de solventar las dificultades de ejecución que le llega a plantear la música.