Equilibrio, transparencia y realismo sonoro nos ofrece este disco. La toma, efectuada en el Suntory Hall de Tokio en 1986, en una gira de Celibidache con su Filarmónica de Munich, posee una rara limpieza y una espacialidad idóneas para que los planteamientos de la batuta prosperen naturalmente, sin ecos ni procedimientos técnicos espurios. El maestro rumano nos hace entender los entresijos, apreciar las texturas, seguir las progresiones de la monumental obra de forma magistral. Los contrapuntos de la gigantesca doble fuga del Allegro moderato final nos son explicados con proverbial sapiencia. Tempi prudentes, por supuesto, contemplación, estatismo y luces sublimemente matizadas contribuyen a que esta inter- pretación que nos llega pueda ser calificada de memorable.