Royal Philharmonic, Filarmónica de San Petersburgo, Sinfónica NHK. Decca 000897202 (12 CD)
Casi lo mismo que Mariss Jansons. Hace año y medio, en estas páginas se hablaba del tesón de este músico letón al que le había costado 18 años grabar el ciclo de las Sinfonías de Shostakovich para su casa de discos, EMI, ¡con ocho orquestas distintas! En el caso de Vladimir Ashkenazy, más años (19) y menos orquestas (3), y otro pulso a una compañía discográfica, la Decca británica. Jansons llegó a tiempo del centenario, 2006; Ashkenazy no, y es que las últimas obras -Sinfonías 4 y 14- las estaba grabando en Tokio en marzo y junio del año pasado. El artista empezó su itinerario a final de los 80 en Londres con la Royal Philharmonic, grabando 11 de las Sinfonías (aunque aquí se presentan 10), hasta 1992; entre el 94 y el 95 grabó la Séptima y la Undécima en Leningrado/San Petersburgo. Allí el proyecto se interrumpió abruptamente, y Ashkenazy no pudo retomarlo con su nueva orquesta, la Filarmónica Checa. La empresa se recuperó en 2000, con el actual conjunto del músico, la Sinfónica de la NHK de Tokio, y se ha cerrado hace 15 meses en Japón, reinterpretando la Cuarta firmada en Londres.
Ashkenazy, cuya calidad como director ha aumentado con los años, hace un Shostakovich efusivo, directo, de entusiasmo contagioso. Con más de 10 integrales de las Sinfonías en el mercado, el suyo no desmerece ante la nutrida competencia: tiene parte del sarcasmo y la ironía de Rozhdestvensky, algo de la contundencia de Kondrashin y trazos del mesianismo de Maxim Shostakovich o Barshai. Sorprendente la actuación en ruso del Grupo Coral Nikikai japonés en la Sinfonía 13 Babi-Yar, aunque a la formación le falte el mordente de un conjunto eslavo. Sobresaliente la británica Joan Rodgers en la Sinfonía 14, y sensacional por ejecución la nueva Cuarta de Tokio. Y un fascinante documento: Shostakovich hablando por radio en 1941, en medio del asedio de Leningrado.