Después de su reciente disco de arias de Mozart con Simon Rattle, Magdalena Kozena nos brinda otro recital excelente, dedicado en esta ocasión a la música de Georg Friedrich Haendel. La cantante checa (que ya había dado muestras de su afinidad con el compositor alemán en su estupenda Cleopatra de Giulio Cesare a las órdenes de Marc Minkowski) vuelve a cautivarnos con la pureza y homogeneidad de su timbre, la efusión expresiva y la maravillosa musicalidad, erigiéndose a la altura de las más insignes haendelianas, como una dignísima sucesora de Janet Baker o Anne Sofie von Otter. Así, va desgranando páginas tan recogidas como brillantes, pertenecientes a Alcina, Hercules, Agrippina, Joshua, Ariodante, Amadigi di Gaula, Orlando o Theodora, en las que oscila inteligentemente entre los registros de soprano y de mezzosoprano lírica, culminando todo el registro con el bellísimo "Lascia ch’io pianga" que canta Almirena en el Rinaldo. Andrea Marcon y la Venice Baroque Orchestra ofrecen un acompañamiento de extraordinaria fantasía e imaginación, proponiendo una visión de un Haendel luminoso. En resumen: más de una hora de bellezas sin fin.