Un disco curioso y placentero. En él se reúnen variadas piezas con protagonismo casi absoluto de distintos tipos de flautas dulces tañidas asombrosamente por Yoshimichi Hamada y acompañadas por otros instrumentos: cornetto, viola de gamba, arpa y una segunda flauta, tocados por miembros del conjunto Anthonello. Como cuenta Raúl Mallavibarrena, editor de esta grabación de 2003, Van Eyck (ca. 1589/90-1657) fue carillonero de la Catedral de Utrecht y un maravilloso flautista que recreaba piezas de los más diversos lugares. Hay páginas de un esplendente virtuosismo en las que Hamada hace auténticas maravillas. Las obras del disco se recogieron en la colección El jardín de las delicias de la flauta. Melodías puras, que discurrían al margen del barroco coetáneo. Puras como el canto de Dafne.