Jerez sigue constituyendo un territorio en perpetua ebullición, de donde fluyen de manera imparable músicas y músicos. Antonio Peña Carpio, Tolo, procede de una antigua familia del histórico barrio de San Miguel, y las características de su cante, así como las estructuras rítmicas y literarias que lo sostienen, están profundamente arraigadas en una tradición que representa la identidad cultural de una zona fértil en el arte de los sonidos y la danza.
La revolución de Tolo consiste precisamente en rescatar un patrimonio y ponerlo al día con la colaboración de guitarristas y palmeros de primer nivel, todos de la tierra, y por lo tanto no sólo conocedores, sino portadores, también por tradición, de esas particulares formas de expresar el cante y el toque. En Tolo se adivinan ecos de viejos maestros -Agujeta, Moneo, Rubichi- y de sus antepasados, de los cuales ha asumido un legado sugerente que nos transporta a épocas pasadas, pero que el joven jerezano refresca y actualiza.