Decca 478 2721 (5 CD)

  • Canal Spotify de El Cultural: escuche la música de este artículo


  • El director italiano escoge no la nueva edición Urtext de la partitura de estas obras beethovenianas, sino la antigua de Peters, con el fin, dice, de respetar minuciosamente los metrónomos originales, que marcan tempi significativamente más rápidos que los empleados por una larga tradición germana representada por maestros como Nikisch o Furtwängler.



    La interpretación de Chailly, alejada de cualquier veleidad humanista de fondo, es estupenda, pero no porque vaya a toda pastilla siguiendo los metrónomos -lo que provoca en ocasiones pasajes no del todo bien resueltos, un poco atropellados incluso-, sino porque su planteamiento es coherente, estructuralmente impecable, acentualmente muy medido y rítmicamente escrupuloso. Las versiones de esta sinfonías -y de las ocho oberturas que las acompañan (no están las Leonoras I y II)- son auténticamente flamígeras, electrizantes, nerviosas, animadas y urgentes. Cortan el aire y poseen un espectro sonoro restallante, en la línea de Toscanini.



    Las texturas son habitualmente transparentes sin dejar de tener esa densidad que pide el estilo. Las maderas están muy cuidadas -como al comienzo de la Sinfonía n° 2- y la tímbrica, limpia y agreste, posee un poder muy expresivo, aunque a veces parezca que los planos no están del todo bien ensamblados, así en la Tempestad de la Pastoral. Para gusto personal, a la Heroica le falta un punto de reposo y un mayor cuidado de las progresiones dinámicas. Espléndida la Séptima, en la que rebulle interna y constantemente el ritmo de base. Rotunda, vigorosa, bien edificada, exultante la Novena, aunque mejorables sus solistas. Esplendorosa orquesta.