Cincuenta músicos invitados y cerca de 120 minutos. Así, a bulto, lo nuevo de Jorge Pardo parecería un proyecto respaldado por una multinacional, pero nada más lejos de la realidad. El doble álbum Huellas, que viene a ser una foto sonora y panorámica del pálpito creativo del saxofonista y flautista madrileño, es un trabajo elaborado de manera artesanal y al viejo estilo del "trueque gitano", tal y como le gusta decir a este antiguo escolta de Paco de Lucía y Chick Corea. En total, 18 temas a caballo entre el jazz y el flamenco y con todo el aroma negro y mestizo de este grande de nuestra escena.
La música está armada conceptualmente sobre guitarras y vibráfonos, contando con instrumentistas categóricos como Tomatito, Niño Josele o Dave Samuels. Destacan todas las bulerías recreadas, caso de Surcos o la chispeante Sanlúcar-Mojácar, pero la emoción se detiene en el fandango Huellas, dedicado a Enrique Morente. Obra ambiciosa la de Pardo, que parece no poner límites a su feliz inspiración.