A la cantante londinense (de origen español) FKA Twigs le ha bastado un solo disco, LP1, para convertirse en la nueva diosa de la música contemporánea. Su maravilloso álbum capta el zeitgeist con sensibilidad al tiempo que suena a música moderna, en el mejor sentido de la palabra. Los grandes raperos han estado extrañamente poco activos. Han triunfado debutantes como Vince Staples o Schoolboy Q, ídolos de la efervescencia del rap de Los Ángeles, y la experimentación de los veteranos Shabazz Palaces. Ha sido también el año de dos regresos fastuosos y largamente echados de menos: el de Prince por sus fueros y D'Angelo, tras 14 años casi desparecido, que les ha permitido mostrar su maestría de la música negra. Y además nos llegó este año, desde Londres, el funk espacial de Jungle.



FKA Twigs: LP1

Tahliah Debrett Barnett (su verdadero nombre) tiene un talento fuera de lo común, no hace solo música "bonita", ni es una copia más o menos acertada de Portishead (llegan a un lugar muy parecido aunque Twigs parte del R&B). Posee verdadera emoción, tiene la extraña capacidad para crear belleza. Barnett, criada por una madre medio inglesa, medio española, "en medio de ninguna parte" en Inglaterra, comenzó como bailarina en vídeos de Kylie Minogue y comenzó a llamar la atención a finales de 2012 con su primer single, Water Me, un éxito en el underground londinense. LP1 alcanza cotas mágicas en canciones como Two Weeks, probablemente la mejor canción del año, y en todo momento sorprende y conmueve una paleta de sonidos complejísima, tan turbulenta como sofisticada y sublime (escuchen Pendulum o Closer). Tiene algo de Björk y algo de Beyoncé, es también una increíble performer e incluso coreógrafa y directora como prueba su trabajo con el colectivo de danza Wet Wipez. Una artista que sin duda ha llegado para quedarse.



D'Angelo: Black Messiah

Sin publicar nuevo disco desde hace 14 años, Black Messiah es un regreso sencillamente maravilloso. Hay pocos lanzamientos con el alma y el corazón de este. Desde los primeros acordes de Ain't That Easy, donde el soul y el blues se ven aderezados por una electrizante línea de guitarra, nos sabemos ante algo fuera de lo normal. D'Angelo es un verdadero artista y su sonido, totalmente analógico y con un punto vintage, le acerca a los grandes revolucionarios del género como Gill Scott Heron, al que se parece, sin desdeñar cierta psicodélica a lo Captain Beefheart o la vitalidad funk de Prince. Black Messiah es el disco de un alma inquieta y esa inquietud rezuma por cada uno de sus poros con todo su caos, armonía y belleza.



Shabazz Palaces: Lese Majesty

El hip hop experimental tiene en el último Kanye West a su nombre más conocido, pero es casi tan viejo como el propio género. El segundo disco de Shabazz Palaces recuerda a los esfuerzos recientes de veteranos como The Roots o Common. Shabazz Palaces es un grupo de Seattle formado por el rapero Ishmael Butler y el multiinstrumentista Tendai Maraire. Lese Majesty es un disco profundo y vibrante con una atmósfera de sonidos espaciales y beats retorcidos que le confieren un aire futurista y espiritual a la vez. Entre lo industrial y un cierto lirismo, el spoken word y la vanguardia, Lese Majesty es una experiencia sónica que no hay que dejar pasar.



Schoolboy Q: Oxymoron

Schoolboy Q es de Los Ángeles, la meca del hip hop moderno, y colaborador de su icono más destacado, Kendrick Lamar, en el combo Black Hippie. Este californiano de 28 años vuelve a demostrar todo su talento en lo que ya podría llamarse hip hop de L.A., una mezcla de las rutinas del Gangsta (la primera canción se llama así) pasadas por un tamiz mucho más irónico en el que la vida cotidiana y sus desvelos pasan a primer plano y donde los raperos pueden interpretar un papel de chico sensible y refinado, algo impensable en el gangsta y tan habitual entre los músicos blancos. Tiene una de las mejores canciones del año, Collard Greens, junto a Lamar, que es una joya absoluta. Schoolboy Q puede ser tan ingenioso como contundente e incluso conmovedor, brilla alto.



Vince Staples: Hell Can Wait

Staples se destaca como estrella emergente de la explosiva escena de Los Ángeles junto a otros jóvenes talentos como Earl Sweatshirt, en cuyo célebre debut, Doris, colaboró. En la estela de Eminem o Lamar, Staples nos ofrece una versión descarnada de su propia torturada existencia con un tono que oscila entre el tormento y la ironía. Al contrario de lo habitual (discos de raperos plagados de colaboraciones), Staples ofrece un one-man show en el que unas bases tropicalistas y sencillas (aderezadas por baterías amenazadoras o sirenas de policía, recreando el mundo californiano como una mezcla entre el paraíso y el infierno) dejan todo el protagonismo a la fuerza lírica de un MC tan fresco como cautivador. La vida de barrio, dominada por el tráfico de drogas y el acoso policial, protagonizan canciones como 65 Hunnid ("Este negro tiene que morir por esta mierda para sobrevivir") o Hands Up ("La División Norte tratando de parar mi negritud/ Negro, congélate, pon tus manos al aire").



Run The Jewels: RTJ2

Meses después de un disco de debut que dejó boquiabierto al mundo del hip hop, la poderosa página Pitchfork ha escogido este álbum como el mejor del año para sorpresa de propios y extraños, aunque desde luego no cabe ninguna duda de que el dúo de la Costa Este (Atlanta, exactamente) formado por El-P y Killer Mike practica un hip hop de hechuras clásicas contundente y enérgico donde la tradicional pelea de gallos del género se convierte en un apasionante duelo entre dos de las espadas más afiladas y críticas del rap contemporáneo. Después de un debut urgente, RTJ2 suena mejor producido pero igual de combativo, el suyo es un hip hop político en el que censuran un país que ha caído en la distopía orwelliana por culpa de las cámaras de seguridad, donde la policía se ceba con los chicos negros y los ricos y poderosos "violan" a la gente. No es casualidad que Killer Mike se haya convertido en una de las voces más poderosas y escuchadas de la comunidad negra durante los disturbios raciales de las últimas semanas.



Kelis: Food

Diva de la música negra, a sus 34 años Kelis lleva ya seis discos a sus espaldas desde que despuntó como un huracán a finales del pasado siglo con su álbum de debut, Kaleidoscope. Chef reputada, Kelis aúna sus dos pasiones en su nuevo disco, al que titula directamente Food (Comida) con constantes referencias al mundo culinario. Abre el disco la estupenda Breakfast, un himno para alegrar el día, y se dedica a coquetear con el funk (Jerk Ribs), el soul (Runnin') o el blues (Friday Fish Fry) en un disco en el que brilla su enorme talento.



Theophilus London: Vibes

Quienes busquen una ración, de vez en cuando imprescindible, de soul y R&B añejo y con groove, a la par que cool y moderno, pueden tener en este músico de Barbados residente en Nueva York a su artista preferido. Puede parecer irónico pero no lo es, London crea una música contemporánea y urbana al estilo de la que en su momento hizo triunfar a Sade con más alma de la que pudiera parecer. London "suena muy bien" y domina a la perfección la influencia de Michael Jackson para conducirla hacia una música menos pop y más sofisticada en la que destacan colaboraciones como la de Kanye West en Can't Stop, donde se acerca al rap, o el himno Tribe, en la que la sombra de Jackson planea gozosa.



Prince: Art Official Age / Plectrumelectrum

"Hemos recorrido un largo camino", dice él mismo al arrancar el primer tema de Art Official Age, uno de los dos discos que ha lanzado al mismo tiempo rompiendo un silencio de siete años y un declive más prolongado. Leyenda del funk de los 80 y los 90, el de Minneapolis se inventa una historia según la que ha sido crionizado durante 45 años y se despierta aterrorizado en un mundo en el que "la vida es un escenario / y el bullying es una diversión", canta Lianne LeHavas en Clouds, donde nos enteramos de que el artista se siente más parte del pasado que de un presente que le incomoda. Porque Prince, como en los viejos tiempos, sigue creyendo en galanterías como "un beso en el cuello" y no emoticonos. El propio título de la primera canción, Art Official Cage (Caja de Arte Artificial), es expresivo sobre su opinión de la música actual y esa industria con la que ha mantenido sonadas y constantes disputas. Sin embargo, es un disco de funk, falsetes, baladas, aires lisérgicos y lúbricos al más puro estilo del artista, como si no hubieran pasado 25 años desde aquel mítico 1999. Plectrumelectrum es el resultado de la colaboración de Prince con 3rd Eye Girl, grupo de tres féminas, guitarra, bajo y batería, que le acompaña en directo y es un disco mucho más rockero en el que vemos la vena más guitarrera y glam del artista. Es un álbum muy ochentero, como de bandas callejeras con muñequeras y cintas para el pelo dándose de palos en un callejón. Es puro Prince, para lo bueno y lo mejor.



Jungle: Jungle

Este dúo de Londres de novísimo cuño agita las discotecas con su primer álbum homónimo, un shock de funk posmoderno que recuerda al sonido de Studio 54 así como al futurismo de Giorgio Moroder con ese derroche de sintetizadores sin dejar de hacer un guiño a clásicos como Kool and the Gang o Fine Young Cannibals y no muy lejos del último disco de Daft Punk. Se llaman Josh Lloyd-Watson y Tom McFarland y son la sensación del momento gracias a una música llena de groove que suena al mismo tiempo moderna y clásica, algo más que un lavado de cara al funk de toda la vida con una veta acid que le da profundidad a su sonido. Es un disco apto para la fiesta que se escucha de maravilla en casa con canciones sensacionales como The Heat, Busy Earnin' o Lucky I Got What I Want.