A un mes de unos controvertidos Juegos Olímpicos Brasil sigue marcando el ritmo al menos musicalmente y deslumbran dos artistas como la emergente Céu y la muy veterana Elza Soares. Sin cambiar de continente, el productor británico Mala se acerca con éxito a la música tradicional de los Andes en Mirrors, crónica de su viaje a Perú y el productor canadiense de origen haitiano Kaytranada fusiona los ritmos del Caribe con electrónica. África sigue siendo una superpotencia musical y de El Congo nos llega Konono no.1 que triunfan su colaboración con el DJ portugués Batida así como el proyecto Surafricano Batuk, que propone una audaz fusión entre la música house y los ritmos tradicionales africanos mientras de Nigeria nos llega el blues del desierto de Kel Assouf. El iraquí Rahim Alhaj y el indio Amjad Ali Khan ponen a dialogar el laúd con el saord con sublimes resultados en Infinite Hope. La guinda la ponen la vocalista rusa Sainkho Namtchylak, superviviente de la tradición del canto de garganta de la república de Tuva, en su colaboración con Tinariwen y el sensacional y emotivo rescate de la música judía del Berlín previo a la Segunda Guerra Mundial.



Céu: Tropix. Brasil

Cuarto disco de Maria Do Ceu Whitaker, hija de destacados músicos brasileños, Céu está considerada como el rostro más representativo de la joven música del gran país suramericano. Lo que Céu hace con la samba o la bossa nova recuerda un poco a lo que FKA Twigs hace con el r&b, Céu lo retuerce y lo pasa por el tamiz de la electrónica para descubrir apasionantes nuevas formas de expresión. Con una clara influencia del pop de los 80 (esos sintetizadores del single Perfume do invisível) Céu se revela como una inspirada experimentadora y nos seduce con los beats de Amor pixelado o la delicadeza minimalista de A menina e o monstro sin dejar de mostrarse como una virtuosa cuando toca regresar a las raíces de la bossa nova sin adornos (Varanda suspensa). Es un disco elegante, juguetón y plagado de emoción.



Konono n1. Meets Batida. Congo/Portugal

El año pasado el grupo Mbongwana Star surgido de las calles de Kinshasha, capital del Congo, seducía a medio mundo con un sonido muy particular y sugerente de carácter hipnótico en el que destaca el likembé, un instrumento formado por tablas metálicas, así como la ya famosa percusión del país africano (no en vano la conga se llama conga). De la misma ciudad, Konono n1 abrieron el camino a mediados de la década pasada cuando comenzaron a recorrer el mundo con sus actuaciones realizadas con instrumentos improvisados cuatro décadas después de su primera formación. En este disco colaboran con Batida, un DJ portugués y han grabado el disco en Lisboa junto a numerosas figuras de la música africana. A medio camino entre el rock y una especie de electrónica improvisada, es música para entrar en trance de una enorme fuerza con ese likembé tan hipnótico como enloquecedor.



Kaytranada: 99,9%. Haití /Canadá

La música de Haití, uno de los países más pobres y desdichados del mundo, no goza de gran celebridad aunque Arcade Fire la homenajearan en su último disco, Reflektor, adoptando incluso para sus famosos shows las máscaras de los carnavales de ese país centroamericano. A sus 24 años, Louis Kevin Celestine (en arte Kaytranada) se propone recuperar los sonidos tradicionales del país para darles una nueva vida electrónica en un álbum en el que el músico colabora con figuras tan conocidas como Craig David (en la muy pop Got it Good), Aluna Goerge (en la efervescente Together) o Anderson Paak (en la hipnótica Glowed Up).



Batuk: Musica da Terra. Suráfrica

Proyecto conjunto de los productores Spoek Mathambo y Aero Manyelo junto a la vocalista Manteiga, Batuk tienen la ambición de aunar las tradiciones musicales africanas bajo el paraguas del house en un disco en el que a veces se parecen a la audaz fusión de pop y exotismo de Rihanna (Naughty, Puta) y otras suenan más radicalmente africanos (Reya Congo o la fantástica aportación de Group Zore en Daniel). Como muchos discos africanos, la percusión es la clave aunque aquí la producción electrónica de Mathambo y Manyelo introduza nuevos giros y caminos.



Mala: Mirrors. Perú/Gran Bretaña

Figura de la escena underground de dubstep de Londres, Mala triunfó hace cuatro años cuando viajó a Cuba para fusionar el bombo gordo de los clubes de la capital británica con la música de la isla. De nuevo bajo el paraguas de Gilles Peterson, nombre esencial de la música contemporánea, Mala viaja en esta ocasión a Perú para asociarse con artistas de la escena local como la Asociación juvenil Puno, Danitse o el Colectivo Palenke para sacar nuevo brillo a la música tradicional de los Andes con sorprendentes resultados como esa 4 Elements que cierra el disco en la que la flauta de los indios peruanos se fusiona con un drum 'n bass acelerado.



Amjad Ali Khan, Rahim Alhaj, Amaan Ali Khan y Ayaan Ali Khan. Infinite Hope. India/Iraq

Siete años después de obtener un gran éxito y una nominación al Grammy, el músico iraquí de laúd Rahim Alahj se vuelve a reunir con el virtuoso del sarod (una especie de violín indio) Amjad Ali Khan para crear un apasionante diálogo entre la tradición musical de India y de Oriente Medio en el que en esta ocasión se unen los hijos de Amjad Ali, que también son instrumentistas de sarod. Los cuatro músicos se embarcan en una aventura apasionante que quieren que sea un canto por la paz en el que la fusión de sus culturas sirva como ejemplo de la fusión, más difícil, de los pueblos. Es música hipnótica que más allá del exotismo remueve el alma. Solo está disponible en Itunes.



Kel Assouf: Tikounen. Nigeria

Conocemos bien el "blues del desierto" del Sáhara, esa música hipnótica que recuerda al blues y al rock siendo específicamente africana, gracias a bandas tan populares como los touareg de Mali Tinariwen o del mismo país los fabulosos Tamikrest. Música de los nómadas, Kel Asouf son una banda formada por inmigrantes de Bruselas que se reconocen influidos por grupos de rock occidentales como Queens of the Stone Age o Led Zeppelin. La fusión es inevitable aunque los puristas pueden estar tranquilos, estos Kel Assouf no se apartan demasiado de esos ritmos eléctricos y trancísticos que son propios del género.



Elza Soares: A Mulher do Fim do Mundo. Brasil

Gran dama de la música brasileña durante más de cuatro décadas, Elza Soares (Río de Janeiro, 1937) está viviendo un gran éxito que la prensa del país llama "el resurgimiento de sus cenizas" con este disco de samba y bossa nova en el que a sus 79 años canta pletórica en la maravillosa A mulher do fim du mundo: "¡Yo quiero cantar, yo quiero cantar!". Con una sensacional voz ronca y algo cascada en la tradición de las mejores divas, Soares colabora en este disco con figuras emergentes de la escena underground de Sao Paulo para entregar un disco que lejos de sonar melancólico o fatigado suena pleno de energía, como el último rugido de un león que no está dispuesto a dejar de ser feroz hasta el último momento. Es un álbum de hechuras clásicas con algunos arreglos electrónicos e inspirados momentos de experimentación en el que el cruce de generaciones funciona a la perfección.



Sainkho Namtchylak: Like a Bird or Spirit, Not a Face. Rusia/Mali

Es cierto que este disco bizarro a más no poder tiene algo de colmo de la exquisitez pero la realidad es que la capacidad vocal de la veterana artista rusa Sainkho Namtchylak es una joya y una sorpresa para quien se acerque a ella. Sainkho es la mayor representante del cantante de garganta tuvano o Xöömej, una forma de canto propio de la República de Tuva (una diminuta región de Siberia oriental que linda con Mongolia) que consiste en forzar las cuerdas vocales, un poco a la manera de los cánticos budistas. En este disco, la singular vocalista se reúne con dos miembros de Tinariwen, Eyadou Ag Leche a la guitarra y bajo y Said Ayag en la percusión, en una alucinatoria fusión entre ese canto de Tuva y el blues del desierto creando una seductora rareza.



Semer Ensemble: Rescued Treasure. Live At Gorki Berlin. Música judía

Conocemos el mito de ese Berlín previo a la catástrofe de los nazis, un Berlín de cabarets libre e incluso libertino en el que la cultura judía tenía un peso determinante. Este disco del Semer Ensemblem, un grupo formado por eminentes músicos judíos de diversas procedencias para la ocasión, recupera esa música de los años 20 y 30 que publicaba el sello Semer y que dio luz a toda una cultura musical que va de las canciones de cabaret o la música yidish y el folklore ruso en una poderosa amalgama que nos rememora un mundo único y por desgracia irrepetible. Este disco recoge la histórica actuación del quinteto en un teatro de la capital alemana.



@juansarda