Drake ha regresado a lo grande con Scorpion, un disco que a los pocos días de salir ha batido todos los récords habidos y por haber. Espíritu hip hop y maestría pop siguen siendo las señas. Este verano brillan con fuerza unos veteranos como Gorillaz, proyecto de Damon Albarn que tres lustros después del nacimiento de la banda virtual propone un regreso a los orígenes. También británico, Jon Hopkins es el rey mundial del sintetizador. De Estados Unidos se acumulan los lanzamientos. Beyoncé y Jay Z han lanzado un disco sorpresa para promocionar su gira mundial conjunta en el que reivindican con fuerza su negritud. El angelino Kamasi Washington deslumbra con Heaven & Earth, un álbum en el que lleva el jazz y la música lounge a una nueva dimensión. Y mientras, Father John Misty nos sigue emocionando con sus fastuosas canciones como Beach House no abandonan su incansable búsqueda de la belleza aunque ahora abrazan la imperfección. Finalmente, la música nacional vuela alto con los nuevos lanzamientos de Nacho Vegas, Violéctica, en el que se basa más que nunca en la música tradicional y los barceloneses Dorian, que ya son estrellas mundiales, arrasan este verano con su célebre capacidad para crear hits. Y no olvidamos a J. Balvin, que no es español pero sí colombiano y arrasa en todo el mundo con Vibras.



Drake: Scorpion

Es de suponer que en algún momento alguien escribirá un libro llamado Cómo Drake se convirtió en la mayor superestrella del mundo. Hasta que llegue ese ensayo, tenemos que conformarnos con asombrarnos ante los récords que acumula el rapero canadiense. Los dos últimos, lograr colar siete canciones entre las más exitosas de la semana de Billboard, lo cual no sucedía desde los tiempos de los Beatles, y que su nuevo álbum, Scorpion, alcance los mil millones de streamings en una semana. Drake es un músico prolífico que lleva ocho años lanzando un disco, o dos, al año y este es igualmente generoso con hasta 25 canciones en las que modera las colaboraciones: Talk Me Up, con Jay Z, en la que suena más cerca de un rap combativo para arremeter contra Donald Trump; After Dark, con Static Major y Ty Dolla Sign, la clásica canción de r&b elegante con un punto soul que ha convertido a Drake en el rey del "cocktail party" y la bomba: Don't Matter to Me, en la que el MC rescata una grabación de Michael Jackson con Paul Anka de 1983 para marcarse un dúo antológico en un tema que recuerda un poco a The Weekend. Lo mejor de los discos de Drake es que podrían escucharse perfectamente sin la voz porque si hay algo que se le da bien es crear unas bases con unas texturas musicales juguetonas y seductoras. Al escuchar tracks como Survival o God's Plan se entiende por qué hoy el músico brilla con tanta intensidad en el panorama internacional.



Gorillaz: The Now Now

Desde su fundación a principios de milenio, Gorillaz ha sido el proyecto que ha permitido a Damon Albarn (Blur) poner en práctica sus más disparatados sueños y experimentos musicales. Gorillaz parece funcionar por impulsos y mientras hace unos meses rompían un silencio de siete años con Humanz, esta vez ha pasado muy poco tiempo para ver la continuación. Mientras aquel era un disco plagado de colaboraciones en el que el músico británico se explayaba en su deslumbramiento con la nueva escena rapera, The Now Now se presenta como el proyecto en solitario de 2D, uno de los dibujos animados que representa al propio Albarn, y las colaboraciones brillan por su ausencia (salvo George Benson en Humility y Snoop Dogg en Hollywood, el mejor tema del álbum). Como es habitual, Gorillaz es el lugar en el que Albarn deja patente su querencia por la música negra aunque aquí le da brillo a los ritmos funk que marcaron los inicios. Con canciones que evocan la ciudad en la que fueran compuestas, el LP nos lleva del funk clásico de Lake Zurich al lounge romántico de Magic City sin olvidar los quiebros electrónicos de Tranz, la clásica canción canalla de Gorillaz.



Nacho Vegas: Violética

La música de Nacho Vegas siempre ha estado cerca del folklore pero quizá nunca tanto como en este nuevo álbum, Violéctica, con el que el músico asturiano rompe un silencio discográfico de cuatro años con un disco, además, doble. La música tradicional, el activismo político y sus confesiones personales, contadas a través de pequeñas historias, son los ejes de este trabajo en el que parecen solaparse el espíritu combativo y bucólico. Arranca con El corazón helado, en la que pone música a un poema de dos maquis como los hermanos Caxigal, un mismo espíritu político que aparece en una canción como Desborde, donde canta "nos quieren en soledad, nos tendrán en común" para explotar en un tema como Ideología, en el que dice que "hay ideología en la cafetería/ de un nombre que no puedes pronunciar/ sirven gin tonics de burbuja fina/ y hay un cuchillo para despiezar". Es un trabajo con muchas colaboraciones, algunas tan magníficas como ese dúo con Cristina Martínez, La última atrocidad, algo así como una versión trash de las canciones de Pimpinela con una magnífica melodía.



Kamasi Washington: Heaven and Earth

Quizá una de las cosas más sorprendentes de Kamasi Washington sea que solo tenga 37 años porque muestra una sabiduría y un dominio musical que parecen pertenecer a un hombre de mil años. Proveniente de Los Angeles, Washington, se dio a conocer hace dos años con el monumental The Epic, un disco de tres horas en el que nos proponía un viaje fascinante por un jazz a la vez con raíces y futurista, como si el saxofonista tuviera la capacidad de anticipar el porvenir del género. Ahora Washington se supera a sí mismo con Heaven and Earth, en el que muestra un tono más festivo y lisérgico. Cerca de artistas como Flying Lotus o Thundercat, este es un disco con canciones con títulos como Nana para los viajeros en el espacio o Puños de furia que devuelve a la música de origen afroamericano una suerte de esplendor a la vez rebelde y disfrutón. La revolución no será televisada, será gozada.



J. Balvin: Vibras

El colombiano, de Medellín, José Alvaro Osorio Balvin es una gran estrella internacional, rostro más visible en Occidente de un género, el reggaetón, con frecuencia denostado, que el artista logra convertir en un sonido tan sugerente como sofisticado. Quinto álbum de estudio, Vibras está liderado por un gran single como Mi gente, una canción que ha arrasado en los últimos meses gracias a un ritmo fenomenal marcado por la trompeta y la producción del francés Willy William. Dice el propio Balvin que este nuevo disco es "33% r&b, 33% dancehall y 33% reggaetón" y hay algo en estas canciones de la voluptuosidad de la música latina pero también de la sofisticación de un músico como Arca y la propia Vibras nos lleva a un terreno de abstracción parecido al FKA Twigs mientras Noches pasadas remite al mainstream de Estados Unidos marcado por artistas como Lana del Rey o Peligrosa nos conduce a un tropicalismo más reconocible. Muy buen disco.



Father John Misty: God's favorite costumer

A tenor de lo que se escucha en sus álbumes, ser Father John Misty, o Josh Tillman, su verdadero nombre, debe de ser agotador. Rey del melodrama, Tillman hace que Rufus Wainwright parezca un hombre sosegado y a su capacidad para la tragedia añade una mirada irónica, aunque la ironía de Tillman no es exactamente divertida, es más bien una mezcla de tristeza y desencanto. Después de un disco como Pure Comedy (2017), llega God's Fasvourite Costumer en el que la música del primer Elton John parece ser la principal influencia con esa importancia de la canción y la melodía que convierte al trabajo de este artista no solo en uno de los más interesantes, también en uno de los más "fáciles" de escuchar. Destacan canciones como Mr. Tillman, con esa melodía que recuerda a de los "cuatro peniques" que se le da tan bien, o Please Don't Die donde la combinación entre mordacidad y belleza da mejores resultados que nunca.



Jon Hopkins: Singularity

Sucesor de Jean Michel Jarre como rey del sintetizador, Jon Hopkins es un músico británico que está obteniendo el mayor éxito de su trayectoria con este Singularity, un álbum en el que nos propone una experiencia cinemática gracias a una música de tintes épicos y sutiles texturas que según el propio Hopkins está inspirado en experiencias psicodélicas. No hace falta tomar un psicótropo para escuchar Singularity pero sí es necesario prestar cierta atención y exponerse a una experiencia intensa porque el disco funciona como una máquina apisonadora y es posible no salir invicto de la experiencia. Hay momentos que recuerdan a la meditación trascendental como esa suerte de vacío cósmico que dibuja en la preciosa Emerald Rush, que podría ser la banda sonora de una película de David Lynch, y otros de una extraña delicadeza, como esa Echo Dissolve que parece un tema de Satie para convertirse o Recovery, con la que parece culminar su búsqueda de la belleza con reminiscencias del new age.



Dorian: Justicia universal

Estrellas enormes del mundo hispano que se pasean por México o Colombia como Pedro por su casa, los barceloneses Dorian han lanzado este disco en medio de una enorme expectación y como estandarte de una de las giras más largas y prolijas de este verano. Fieles a su electropop con raíces en la Movida madrileña, Dorian siguen hablando de dos temas: la vida canalla y los males del sistema. En el primer apartado, canciones como el single, Noches blancas, una reflexión muy Dorian sobre la búsqueda de "paraísos artificiales" o Algunos amigos, en la que le dan una vuelta a otro tema tan propio como la permanencia de los afectos a lo largo del tiempo con una bella línea de piano aderezando la canción. Marc Gili es quizá el mejor letrista del pop español y siguen siendo un grupo que consigue crear estribillos que se pegan como una lapa pero también letras fantásticas como la de la canción que da título al disco, Justicia Universal, en la que, con ecos de Parálisis Permanente, ironizan sobre su propia condición de grupo "comprometido" y el desencanto de un mundo que más que avanzar parece ir marcha atrás. Grandes colaboraciones como la de la mexicana Javiera Mena en Vicios y defectos, con esa base a lo Drake, o León Larregui en Duele, quizá el mejor tema del disco, con el espíritu de New Order.



Beach House: 7

Pocos artistas más concienzudos que los californianos Victoria Legrand y Alex Scully, quienes llevan labrando desde hace más de una década una de las trayectorias más sólidas y coherentes del panorama actual. 7 es el séptimo disco del dúo como su propio título indica y tiene como objetivo repetir la hazaña sin que se agote la fórmula. Ellos mismos cuentan que querían apostar por un sonido más cercano al de sus inicios que huyera de "la perfección que se puede lograr en el estudio de grabación". Tras un trabajo como Depression Cherry en el que daba la impresión de que tocaban techo en su búsqueda de la belleza celestial, este 7 apuesta por un sonido más orgánico e imperfecto en unas canciones que están más cerca del pop y el indie. Temas como Pay No Mind, un prodigio de dulzura, o Drunk in L.A., en el que suenan tan dramáticos y desolados como se supone que tienen que ser Beach House.



The Carters: Everything is love

En plena gira por Europa, y como aderezo a sus shows, el matrimonio más célebre de la música actual, Beyoncé y Jay Z, han lanzado este disco breve y contundente liderado por un single como Apeshit, reivindicación apasionada de la negritud, en el que la fastuosidad de una producción plagada de recovecos y sutilezas revela la capacidad del productor neoyorquino para crear un sonido espectacular y apabullante. Culminación de un conflicto familiar que Beyoncé explicó en su disco de 2016 Lemonade, donde acusaba a su marido de ponerle los cuernos, y prosigue con The Story of O.J. en el que el rapero pide disculpas, ahora firman este álbum juntos con el apellido de él para hablar del estrellato, el poder del dinero, el acoso de la prensa o la fama. Más cerca del hip hop, e incluso del trap, que los últimos trabajos de Beyoncé, es un disco que gustará a los raperos y a los amantes del pop.



@juansarda