'Carolina Durante', el mejor disco nacional de 2019
El terremoto de los madrileños Carolina Durante, que han logrado revitalizar el mejor rock patrio, marca un año en el que Los Planetas y El niño de Elche han revolucionado el panorama con su controvertido y fastuoso 'Fuerza nueva'
7 enero, 2020 09:37El terremoto de los madrileños Carolina Durante, que han logrado revitalizar el mejor rock patrio con raíces en los 80 en su potente disco de debut, marca un año en el que Los Planetas y El niño de Elche han revolucionado el panorama con su controvertido y fastuoso Fuerza nueva, en el que versionan desde El segadors hasta El novio de la muerte de La Legión. El trap sigue siendo el ritmo preferido de los jóvenes y destacamos los nuevos trabajos de Yung Beef, una luminosa interpretación de los ritmos latinos, o de Pedro Ladroga, un artista sevillano que destaca por su lirismo. El rock no solo pega fuerte con Carolina Durante, también ha sido el año en el que los gallegos Novedades Carminha han conquistado el éxito masivo con el juguetón y adictivo Ultraligero, mientras el punk vive un nuevo esplendor con grupos como Cala Vento. La música española brilla alto con los nuevos trabajos de dos andaluces como Kiko Veneno y Rocío Márquez mientras los catalanes Manel modernizan los sonidos mediterráneos en su nuevo trabajo. Y no olvidamos el sensacional regreso de La casa azul con La gran esfera, pop efervescente y abisal. Tras el disco del año, la selección de lo mejor de 2020 aparece en orden alfabético.
Mejor disco del año: Carolina Durante, de Carolina Durante
Imposible no rendirse a la vitalidad y la fuerza de este grupo madrileño que debuta con un disco homónimo sensacional. Después de hacer fortuna con singles como Cayetano, en el que se burlan de los pijos, o Perdona, ahora sí que sí, vuelta de tuerca a la clásica canción de corazones rotos juveniles, la banda sigue con su tono mordaz marcado por la influencia de los grupos de la Movida. Hay en Carolina Durante una facilidad para el hit y la melodía que los acercan a Hombres G, pero un espíritu rockero y destroyer que les acerca mucho más a grupos como Los Nikis, sin olvidar el aire festivo de Los Ronaldos o incluso de Parálisis Permanente. Liderados por el vocalista Diego Ibáñez, se burlan sobre todo de sí mismos en canciones como Las canciones de Juanita («no sonamos mal, sonamos bien») o Buenos consejos, peores personas («No me tomes tan en serio»), triunfan con el bajo desbocado de esa Nuevas formas de hacer el ridículo en la que brilla con toda su fuerza un punk desenfadado y corrosivo.
Balanceo, de Cala Vento
En un año en el que grupos como Carolina Durante, Novedades Carminha o Las Odio están dando nuevo lustre al punk-rock patrio, se suman al buen momento los catalanes Cala Vento, con un sonido más marcado por la influencia del hardcore como ya parece indicar que hallen cobijo en el sello BCore. En su tercer disco en tres años, triunfan con canciones ruidosas y directas («o lo tomas o lo dejas, esto es como las lentejas» cantan en La comunidad, en la que critican la obsesión por «la comodidad y el confort»), con pocos y contundentes acordes que apuestan por la descarga en bruto de energía. Fastuosos y cercanos a Los Planetas en Un buen año y siempre muy juveniles, esa Do de pecho es fantásticamente veinteañera, sarcásticos a ratos y hardcoretas como en Bienvenidos a la tierra, tienen pinta de ser mejores incluso en directo.
Fuerza nueva, de Fuerza Nueva
La reunión de El niño de Elche, el cantaor que está revolucionando la música patria con su espíritu agudo y su mirada vanguardista, y Los Planetas tenía que ser explosiva y el resultado es tan estimulante como sorprendente. Dicen que el proyecto, cuyo título calca al partido político del ultraderechista Blas Piñar, es una “máquina de desenmascarar fascistas” y juegan a la provocación al darle la vuelta a himnos como Els segadors, que convierten en un alegato de clase contra el nacionalismo, o El novio de la muerte, de la Legión, en el que quizá es el momento más logrado del disco. Hay algo casi de ultratumba en este álbum denso en el que las guitarras parecen construir paisajes cada vez más abigarrados y abisales como si avanzaran entre los muertos.
Per la bona gent, de Manel
Desde su irrupción a finales de la pasada década con Els millors professors europeus, los catalanes Manel se han convertido en una de las grandes referencias musicales de nuestro país. Experimentadores, sarcásticos e inconoclastas, a la banda liderada por Guillem Gisbert siempre le ha gustado combinar la tradición de la música catalana y mediterránea con la vanguardia musical con resultados sorprendentes. En la canción que da título al disco, Per la bona gent, samplean a Maria del Mar Bonet en una canción sorprendente que suena un poco al pop de Eurovisión mientras en Boy Band coquetan con el funk o Els entusiasmats invocan el espíritu de un Pau Riba con Autotune.
Ultraligero, de Novedades Carminha
Desde su primer lanzamiento hace una década titulado Grandes éxitos, los gallegos Novedades Carminha han ido ganando un público cada vez más amplio gracias a su música marcada por bandas británicas punk de los 70, sobre todo The Clash, aunque aportan, más aún en este nuevo disco titulado Ultraligero, elementos de la música latina y tropical. Después del gran éxito de su canción con Dellafuente, la sensacional Ya no te veo, que cierra el disco, la banda triunfa con tracks «ultraligeros” pero también muy sofisticados en el que hay momentos de una gran fuerza rítmica como esa Volverte a ver con un bajo trotón o la genial Te quiero igual, con un punto ska, y un estribillo sensacional. Recuperan el espíritu festivo de la fiesta mayor española en Verbena y se pasan a una especie de funk galáctico en El vivo al baile. Son muy buenos.
Eurococa, de Pedro Ladroga
El trap se ha convertido en el sonido más original de la nueva generación. Entre el espíritu confesional que marcan los tiempos y el punk, el trap patrio se presta a la crónica canallesca, la crítica social y el intimismo más rotundo. Artista iconoclasta formado en el colectivo sevillano LadrogaLab, del que sigue forman parte, Pedro se autodefine como “vampiro” y brilla con una música de trap sucio en el que prima la espontaneidad emocional sobre la producción y donde cuenta sus desvelos (“llevo 10 años muerto”, canta en la canción de inicio) en un disco dotado, como gran parte de la música urbana actual, de un desesperado romanticismo.
Visto en El Jueves, de Rocío Márquez
La cantaora no se refiere en el título a la revista El Jueves sino a un mercadillo de Sevilla en el que trasteando ha encontrado algunos tesoros más o menos ocultos de la tradición de la música popular española. Acompañada de la guitarra de José Manuel Suárez (Canito) y las percusiones de Agustín Diassera, Márquez hace versiones de El cabrero (Luz de luna), La Fernanda y la Bernarda (Se nos rompió el amor) o El Turronero (Andalucía) para rematar este disco de sentido flamenco con una colaboración con Kiko Veneno, Andaluces de Jaén, en la que adapta la versión de Paco Ibáñez del famoso poema de Paco Ibáñez.
La Gran Esfera, de La Casa Azul
Ocho años sin lanzar un disco son muchos pero los fans del músico barcelonés Guille Milkyway han podido disfrutar por el camino sus colaboraciones con Fangoria y desde luego no se han olvidado del exuberante talento de un músico pop sensacional capaz de convertir el hit como concepto en vehículo de emociones íntimas. Formado por canciones grabadas en los últimos años, dice Milkyway que sus próximos lanzamientos irán en una línea distinta y lo que podemos escuchar en este La gran esfera es un “resumen” de lo que ha sido este tiempo. Las canciones de La Casa Azul están siempre “arriba” y pueden llegar muy arriba como El colapso gravitacional, épica melodramática que pone los pelos de punta, o la fastuosa Gran esfera, la clásica canción del artista, con esos crescendos que encogen el corazón.
Sombrero roto, de Kiko Veneno
“Yo quería ser español y partir una naranja”, canta Kiko Veneno en una de las canciones de su nuevo y sorprendente álbum. Seis años después del último, Sensación térmica, junto a Refree, Veneno cuenta que quería explorar nuevos mundos y para ello abraza la electrónica en un trabajo que a veces recuerda al mismísimo James Blake como esa preciosa Vidas paralelas sobre un amor imposible o Autorretrato en la que dice “estoy cojo, medio mudo, cabezón y justiciero, menos mal que tengo pelo”. Hay momentos más pop como Chamariz y otros más inesperados como ese funk del tema que da título al disco sin olvidar las canciones más flamencas y típicas del músico como esa bonita Ojalá. En colaboración con Santi Bronquio, joven productor de Jérez, Kiko dice que admira a Kendrick Lamar por su “osadía sonora” y en este disco el artista logra sonar a él mismo y al mismo tiempo sorprendente y moderno.
Perreo de la muerte 2, de Yung Beef
Artista fundamental de la música española, a Fernando Gálvez a.k.a. Yung Beef se le agradece que renuncie a los fastos del mainstream y previsiblemente a mucho más dinero para seguir haciendo lo que le da la gana. En este Perreo de la muerte 2, secuela del ídem publicado en 2015, el rapero vuelve a colaborar con lo más granado del underground patrio en uno de sus mejores trabajos de los últimos años. Tan arriesgado y experimental como siempre, Yung Beef le da vuelas a los ritmos latinos al estilo Bad Bunny o J. Balvin al otro lado del Atlántico pero con un estilo más lo fi, torturado y por momentos de un lirismo exacerbado. Hay temas como Soy Bichote, un himno de la vida canallesca sensacional con Kiid Favelas, o Mala y Bouge, con Jaguarclaw, en los que vemos al artista en su vena más sensible, y funcionan sus colaboraciones con La Zowi como ese vitaminado arranque (Intro al Perreo) o la mágica Luna llena. Este es probablemente el mejor disco que se ha hecho este año en España.