Será el verano más raro de la música popular de masas desde que existe la propia música popular de masas ya que no hay festivales ni conciertos. En tiempos de Spotify en los que las estrellas apenas ganan dinero con las ventas físicas o el streaming, hay menos lanzamientos potentes que de costumbre porque algunos grandes espadas prefieren esperar a tiempos mejores. La cosecha, sin embargo, como todos los veranos, sigue siendo gozosa y el rey del cotarro es nada menos que todo un premio Nobel como Bob Dylan. A sus 79 años, la leyenda sigue viva y brilla con todo su esplendor con Rough and Rowdy Ways, aclamado por la crítica internacional de manera unánime como una obra maestra. Regreso al country, el blues y a las canciones “bonitas”, Dylan pone la piel de gallina mostrando su lado más tierno y confesional en un disco en el que celebra sus contradicciones y defiende con uñas y dientes su propio legado.
La otra cara de la moneda es la famosísima Lady Gaga, que después de dedicarse una temporada al cine regresa entusiasta con Chromatica, un disco dedicado al amor universal y el entendimiento de culturas en el que vuelve a ponerse la máscara de superestrella del pop para brindar hits para la pista de baile. En el apartado nacional, las madrileñas Hinds demuestran en The Prettiest Curse por qué son el grupo español de rock favorito en el mundo. El granadino Dellafuente, por su parte, profundiza en el flamenco sin olvidar el trap de sus inicios en su primer trabajo en cuatro años. Descansar en poder.
Poco prolífica pero siempre exquisita, Fiona Apple colabora con Dylan en su disco (aparece en los créditos como “músico adicional”) y deslumbra con el suyo propio, un álbum de folk mientras Morrisey triunfa con I Am Not a Dog in a Chain, en el que reivindica su derecho a decir lo que le da la gana. Y los raperos Killer Mike y El-P se han convertido en la banda sonora de las protestas raciales en Estados Unidos con su cuarto disco como Run the Jewels.
Bob Dylan: Rough and Rowdy Ways
Con la voz cascada, parece que haya fumado tanto tabaco en toda su vida como para mantener a la industria en horas bajas, y el corazón abierto, es muy posible que Bob Dylan vaya a publicar el mejor disco de todo 2020. Un disco aparentemente sencillo de country y blues, a la vez profundo y doloroso, que recuerda por su tono elegíaco a los testamentos de David Bowie (Blackstar, 2016, aquí Dylan habla de un Black Rider para referirse a sí mismo) y Leonard Cohen (You Want it Darker, 2016, con la oscuridad de nuevo como tema recurrente).
Tras ocho años sin publicar material nuevo, sus últimos álbumes son de versiones, como adelanto, a finales de marzo, en plena pandemia, publicó Murder Most Foul, homenaje a Kennedy en el que situaba el asesinato del presidente como el fin de una era de optimismo en Estados Unidos. Hoy esa larga canción de 156 minutos forma parte de una hipotética cara B.
La cara A de Rough and Rowdy Ways, es menos política y más personal. Arranca con I Contain Multitudes, una canción casi susurrada de western inspirada en el célebre verso del poema Song of Myself de Walt Whitman, donde celebra sus propias contradicciones para definirse como “Indiana Jones y Anna Frank” y rematar: “Voy hasta el límite, llego hasta el final”. El blues clásico aparece en False Prophet, en la que defiende su autenticidad: “Voy solo donde los solitarios van”. En My Own Version of You, con referencias a Homero y los hermanos Marx, muestra su desprecio por la imagen que crean de él los medios. La celebración del personaje a contracorriente reaparece en Black Rider, apenas una línea de guitarra, en la que elogia a los que, como él, “se meten en el fuego y se comen las llamas”.
Por si no queda claro, en Goodbye Jimmy Reed, un blues jovial y sarcástico con armónica, se mofa de sus haters: “Me lo han lanzado todo a mi/ Todo lo que es posible lanzarme / Y no tenía nada más para defenderme que un garfio de carnicero”. La canción más bella del disco seguramente es la balada romántica I’ve Made Up My Mind in To Give Myself to You, un tema con inspiración gospel que pone la piel de gallina. En Mother of Muses reaparece el Dylan más tierno que invoca a las musas para despedirse de ellas dando el álbum ese aire de adiós que impregna todas las canciones.
Dos temas largos, de más de siete minutos, rubrican esa cara A como en los viejos tiempos del vinilo. Crossing the Rubicon, en la que vuelve a defender la osadía utilizando la famosa frase atribuida a Julio César. Key West (Philosopher Pirate), el cierre, es toda una declaración de principios en la que guitarra en ristre rememora a Kerouac, Ginsberg y Corso, la vanguardia beatnik, como aquellos que como él nacieron en el “lado equivocado de la pista”. El Cayo Hueso, de Florida, sirve como metáfora de la propia mortalidad.
Lady Gaga: Chromatica
Stefani Joanne Angelina, más conocida como Lady Gaga, se vuelve a poner la máscara de estrella del pop a la vieja usanza en esta Chromatica que recuerda a sus buenos tiempos de hits como Alejandro y Paparazzi. Después de su gran éxito como actriz en Ha nacido una estrella y el disco conjunto con Bradley Cooper, donde se acercaba al country, la artista neoyorquina se vuelve a calzar las mallas para lanzar una colección de himnos para la pista de baile. Con una estética a lo Mad Max, Gaga defiende que es un disco dedicado al “amor universal” y se muestra pletórica en temas como Stupid Love, lanzado como primer single, con una melodía pegadiza en crescendo clásica suya y funciona su colaboración con BLACKPINK en la juguetona Sour Candy e incluso con Elton John en Sine From Above, un tema de superación que suena emotivo y radiante. A veces, Gaga se repite a sí misma y canciones como Free Woman o incluso su dúo con Ariana Grande (Rain on Me) suenan correctas pero formularias.
Hinds: The Prettiest Curse
Este grupo de rockeras madrileñas consiguieron destacar primero en la escena local para después convertirse en estrellas en Estados Unidos, donde son muy apreciadas por la crítica y llenan conciertos de una punta a otra del país. Dos años después de I Don’t Run, el disco que las consagró, han grabado su nuevo material entre Londres y Nueva York y según ellas mismas han dispuesto de mucho más tiempo para ello que de costumbre. El resultado es un LP menos garagero y más pop en el que usan por primera vez los teclados para crear canciones guitarreras a lo Strokes (influencia clara y confesa) pero menos oscuras y mucho más aptas para los grandes recintos de los festivales de verano. Lo mejor de las Hinds siempre ha sido un delicioso aire de improvisación y amateurismo combinado con una gran fuerza lírica que sigue presente en The Prettiest Curse a pesar de la mejoría en producción. Por primera vez cantan en español o más bien en spanglish como en Good Times, Bad Times, todo un hit con aire a California, o Come Back and Love Me, donde utilizan la guitarra española en una canción bizarra a lo Mac deMarco fabulosa.
Fiona Apple: Fetch the Bolt Cutters
Envestida de gran prestigio como artista inquebrantable y auténtica, Fiona Apple siempre ha destacado por su espíritu contracorriente y por ser poco prolífica. Desde su irrupción en 1996 con Tidal, hace ya casi veinticinco años, la neoyorquina ha publicado solo cinco discos, uno por lustro. Acaba de romper uno de sus prolongados silencios con Fetch the Bolt Cutters (algo así como “ve a buscar el cortador de tornillos”) un disco en el que indaga en sus demonios y que a veces parece de spoken word con un claro aire setentero que recuerda tanto al folk de los 70 de Mary McCaslin o Karen Dalton como a la vanguardia jazzística de esa época liderada por Sun Ra o John Zorn. Dice la propia Apple que el curioso título se refiere a “romper las prisiones que nos oprimen, tanto las que hemos construido nosotros mismos como las que construyen los demás”, y es un álbum muy recitado en el que recuerda un pasado de bullying en el colegio (Relay) o rememora la violación que sufrió de joven a través de la voz de otras mujeres (For Her).
Morrisey: I Am Not a Dog in a Chain
Más conocido últimamente por sus improperios que por su música, el ex líder de The Smiths lanzó el año pasado California Son, un homenaje a Los Angeles, su ciudad adoptiva, en el que como es costumbre se dedica a lanzar todo tipo de opiniones y contar su rutina diaria. Aburrido y predecible a veces, brillantísmo cuando brilla, Morrissey ha esperado pocos meses para publicar el superior I Am Not a Dog in a Chain (No soy un perro con una cadena), para que quede claro que no piensa callarse. Si California Son estaba plagado de melodías luminosas y letras más lúgubres, de nuevo vemos al Morrisey enfadado y sarcástico que despotrica como un loco. Ahí está What Kind of People Leave in These Houses?, en la que protesta por “la gente que tiene miedo de abrazar cambios” en una clásica canción de pop con una buena melodía mientras Jim Jim Falls es un hit magnífico con el estilo exuberante que le gusta (trompetas y sonido de orquesta) cuyo estribillo dice “si vas a matarte a ti mismo/ simplemente hazlo”.
Run the Jewels: RTJ4
Proyecto de rap político liderado por los MC Killer Mike, afroamericano de Atlanta, y El-P, anglosajón de Nueva York, el dúo publicó el álbum en plenas protestas por la muerte de George Floyd, lo cual multiplicó su impacto. “Estás tan entumecido que ves a los policías asfixiar a un hombre como yo/ Hasta que mi voz pasa de ser un grito a un susurro: “No puedo respirar”/ Y te quedas sentado en tu sofá mirándolo por televisión”, rapea Mike en walking in the snow, que está dedicada a Eric Garner, un ciudadano que murió en 2014 en circunstancias similares a las de Floyd provocando protestas por todo el país. Para quienes estén acostumbrados al hip hop más melódico con grandes producciones como el de Travis Scott o incluso Kendrick Lamar este es un disco de rap puro y duro con una clara influencia de bandas de los 80 como Public Enemy, usan los esctraches con generosidad, en una especie de modernidad vintage super sofisticada.
Dellafuente: Descanso en poder
Cuatro años después de su último disco original, Ansia viva, y muchas colaboraciones después, incluyendo sus célebres temas con Tangana como Guerrera o París, el rapero granadino regresa después de una larga pausa. Según él mismo, estaba harto del trap porque consideraba que se estaba convirtiendo en una rutina. Dellafuente tiene la extraña capacidad de ser absolutamente auténtico y tener vocación underground y al mismo tiempo parir hits, casi como si preferiría que no le salieran canciones tan populares. Juego de palabras con “descansar en paz”, él dice que ha descansado en “poder” para referirse a que durante este tiempo se ha empoderado y no dormido en los laureles. Más flamenco y más experimental, es más una evolución que un cambio radical. Empeñado en esconderse detrás de unas gafas oscuras y no jugar el papel de estrella del pop, en La recomeílla se vuelve a quejar de lo poco que le gusta la fama y en Pa que no te duermas entrega uno de sus característicos hits, con una inspiración moruna, mientras Flores Pa tu Pelo es un gozoso regreso al trap reguetonero en colaboración con Pepe: Vizio.