Veinte años después, los Gorillaz de Damon Albarn y el artista Jamie Hewlett siguen dando guerra y publican Song Machine, Season One, un proyecto audiovisual en el que colaboran desde Elton John a ScHoolboy Q. En tiempos de pandemia, regresan dos astros de la música de baile como los británicos Disclosure y la irlandesa Róisín Murphy, ex Moloko, con dos discos que reivindican la discoteca como lugar de liberación. Con un tono distinto, el jamaicano PopCaan mantiene viva la llama de los legendarios dancehalls de la isla con un álbum, Fixtape, que suena callejero y efervescente.
El disco otoñal por excelencia llega con el preciosista Shores, indie folk a cargo de Fleet Foxes, mientras la superestrella Taylor Swift lleva el terreno del folk al pop mainstream en el logrado Folklore. Mientras, Sufjan Stevens se pasa del folk a la indietronica en The Ascension, un disco que fascinará a sus fans. La música afroamericana sigue viviendo un gran momento como demuestran lo nuevo de Alicia Keys, titulado simplemente Alicia, en el que demuestra que sigue siendo una gran diva del soul de masas. Trece años después de anunciarlo por primera vez, Jay Electronica ha publicado su primer disco, con la producción de Jay Z desvelando uno de los mayores misterios del hip hop. En el panorama nacional, destacamos Plastic Drama, lo nuevo de la banda vasca de indierock Belako, a medio camino entre el chic francés y el ruidismo, y La vida és ara, de Pau Vallvé, una exquisitez folk grabada en plena pandemia.
Gorillaz: Song Machine, Season One: Strange Timez
Mientras se propagan los rumores que sitúan a Jamie Hewlett, el artista responsable del potente concepto gráfico de Gorillaz, como hombre detrás de Banksy, la banda sigue adelante veinte años después de su fundación. Es cierto que tanto Banksy como Gorillaz comparten un concepto parecido aunque interpretado de distintas maneras. Mientras el artista callejero se niega a desvelar su identidad, los miembros de la banda virtual son personajes de dibujos animados que cambian con frecuencia de voz como James Bond ha conocido a diversos actores y sigue siendo el mismo. Además de Hewlett, Damon Albarn continúa como fuerza viva detrás de un proyecto adelantado a su tiempo que apostó por la música urbana y la inclusión de sonidos y ritmos de la world music, algo muy caro a Albarn, impulsor de proyectos como Africa Express.
En su nuevo disco, Gorillaz recopila canciones que se han ido estrenando en su canal de YouTube, prodigios de animación a cargo del propio Hewlett en once capítulos sucesivos. La banda sigue apostando por un sonido callejero y bullicioso que vendría a ser como una especie de fresco musical de la contemporaneidad con colaboraciones que van de Elton John en The Pink Phantom, una canción de pop clásico con el piano dramático de John, a coqueteos con el funk como The Valley of the Pagana, con Beck en tono irónico, a los sonidos trap de Pac-Man, con ScHoolboy Q, o al hip hop old school de How Far?, con Tony Allen y Skepta.
Disclosure: Energy
En estos tiempos puede parecer raro recomendar un disco como este Energy de Disclosure que levanta a un muerto pero no deja de agradecerse un poco de alegría. Dúo formado por dos hermanos de Surrey (Gran Bretaña), los Howard se hicieron famosos en 2014 con Settle, una colección de canciones de música disco con gran influencia del r&b que reventó las pistas de baile de medio mundo. Herederos del house de Nueva York de los años ochenta que lideraron bandas como Masters at Work, los Howard le dieron una vuelta a un género que estaba de capa caída con una producción llena de quiebros prodigiosa y la clara influencia de los ritmos cortados del UK Garage. Cinco años después de Caracal (2015), su continuación, Disclosure ponen un poco de luz en tiempos oscuros con este generoso doble disco de 18 canciones y seis remixes en los que siguen desempolvando los viejos sonidos del disco clásico de Studio 54 para llegar a nuevos horizontes sónicos en un trabajo en el que colaboran con grandes artistas como Kehlani en la preciosa joya de soul Birthday o slowthai en la sensacional rítmica de My High. Hay ecos de Frank Ocean en Who Knew?, con Mick Jenkins, y ritmos africanos en la sensacional Douha, con Fatoumata Diawara.
Róisín Murphy: Róisín Machine
A finales de milenio, la canción Sing it Back, de los irlandeses Moloko, se convirtió en uno de esos temas que marcan época. Performer aficionada al disfraz y la puesta en escena extravagante, Róisín Murphy es una cantante con carisma y una bonita voz lírica que siempre ha contrastado con los sonidos electrónicos de sus canciones discotequeras dándoles una emoción especial. Su tercer disco en solitario, Róisín Machine, donde sigue ejerciendo el papel de diva disco, es una explosiva reivindicación de la discoteca como espacio de libertad y liberación. Comienza con el groove de la vitamínica Simulation para proseguir con temas más cercanos al soul/funk como Something More, We Get Together o Narcissus que recuerdan al soul discotequero de los 70.
Belako: Plastic Drama
Provenientes de Mungiu (Vizcaya), Belako son un grupo de indie rock con raíces en bandas como Sonic Youth o Pixies y un tono por momentos bizarro que recuerda a Mac DeMarco. Con tres álbumes a sus espaldas, Plastic Drama es un disco más vigoroso y como su propio título indica, más dramático. Banda liderada por los hermanos Josu y Lore Billabeitia, a los que se suman Criz Lizarraga a los teclados y Lander Zalakain a la batería, de vez en cuando cantan en francés lo que da un toque chic a canciones con tendencia ruidista como Sirène, con un bajo sensacional, o la que da título al disco, una canción más pop en la que se acercan a Christine and the Queens con un ritmo tropicalista y por supuesto guitarras más afiladas. Ante todo una banda indie, temas como el delicado marinela2017 se parece al folk urbano de los Moldy Peaches mientras las guitarras brillan en la hardcoreta Truth, Belako en estado puro porque además tocan muy bien.
Popcaan: Fixtape
Gran estrella internacional de la música jamaicana, Popcaan mantiene viva la llama del dancehall con un sonido más urbano acorde con los tiempos que no traiciona las raíces. Después de colaboraciones de alto nivel como I Know There’s Gonna Be Good Times con Jamie XX, aquí tiene como invitado de excepción Drake en las juguetonas Twist&Turn y la lánguida ALL I NEED. Sin embargo, Fixtape no es salto definitivo de Popcaan al mainstream sino una especie de regreso a los orígenes en un disco con una producción más “sucia” y unos ritmos más tradicionales. Un sonido más purista que pretende reproducir la frescura de los antiguos sound system de esos “dancehalls” callejeros de Kingston en los que el reggae adquiere un tono más duro y frenético en unas canciones destinadas a la pista de baile. Los amantes de la música de la isla, disfrutarán de temas como MAMAKITA, CANARY o UNDA DIRT que renuevan y modernizan una tradición musical indispensable.
Fleet Floxes: Shore
Punta de lanza del indie folk que comenzó a triunfar a finales de la década pasada junto a otros artistas como Bon Iver, Father John Misty o The Decemberists, Fleet Foxes practican una música que busca la belleza y lo “bonito” sin rodeos. Oriundos de Seattle, esa ciudad famosa por el grunge, la banda liderada por el cantante y guitarrista Robin Pecknold entrega un disco muy bello lleno de delicadas melodías otoñales que sirve como bálsamo ante la oscura realidad que nos rodea. Álbum generoso con quince canciones, Pecknold y sus cinco músicos terminaron el disco en abril, en plena pandemia, y según el compositor quería que fuera “un alivio, un lugar en el que refugiarse”. El agua, la tierra, las olas del mar o el sonido del viento en el bosque inspiran este disco sobre las cosas “sencillas” con aires pastoriles.
Alicia Keys: Alicia
Vocalista de enorme talento y superestrella mundial, Alicia Keys está más cerca de Beyoncé que de las nuevas divas soul feministas y políticas como Jamilah Woods, la propia Solange (hermana de Beyoncé) o la agitadora Tierra Whack, que colabora con Keys en este disco en la balada Me X 7. Como siempre cerca de un soul elegante y lounge que recuerda un poco a Sade, la artista entrega un disco impecable y maravillosamente bien producido en el que brillan sus colaboraciones con Miguel, el cantante romántico por excelencia, como Show Me Love mientras nos deleita con los matices de su voz, que parecen infinitos, con Jill Scott, una canción con Jill Scott que recuerda a la Barbra Streisand de los 70. Álbum sobre la búsqueda del amor en el que Keys restaña heridas, está recorrido por un indiscutible optimismo que explota en temas más discotequeros como el funk de Authors of Forever o en el hit Underdog.
Sufjan Stevens: The Ascension
Sufjan Stevens es ese tipo que anunció al mundo que grabaría un disco dedicado a cada Estado de Estados Unidos y después de triunfar a lo grande con Michigan (2003) y sobre todo el muy célebre Illinois (2005) se cansó. Después, cuando le preguntaban por qué no continuaba contestó que nunca creyó que nadie se tomara en serio que pensara hacerlo. Músico de la raza de los exploradores a los que parece que les importa un bledo lo que esperen sus fans, Stevens obtuvo un gran éxito hace cinco años con Carrie&Lowell, un disco bellísimo en el que practica un folk delicado y lo fi. Ahora cambia por completo de tercio con The Ascension, en el que se pasa a una electrónica indie con aires de los 90 para seguir contándonos sus torturas personales con un tono que busca una cierta espiritualidad a través del sinte. Stevens sigue produciendo canciones preciosas como Lamentations, con un aire a lo Kevin Parker de Tame Impala, o la celestial Run Away With Me donde se acerca al r&b deconstruido de FKA Twigs.
Jay Electronica: The Patents of Nobility (The Turn)
Leyenda underground del hip hop, Jay Electronica es un rapero de Nueva Orleans que lleva trece años, literal, anunciando que “en breve” lanzará su primer disco pero hasta ahora, nada. Para compensar la falta de álbum, el MC fue lanzando una serie de singles a través de SoundCloud que cimentaron la leyenda del rapero más famoso con la obra más pequeña. Todo llega en esta vida y Jay Electronica se ha convertido en la estrella de la escena este otoño con una colección de canciones producidas por Jay Z, que ejerce de maestro de ceremonias y también rapea. Más allá de si es más un disco de Jay Z que de Jay Electronica como dicen los malvados, lo cierto es que The Patents of Nobility, es un sofisticadísimo trabajo (ahí sí que se ve muy clara la mano de Jay Z) en el que se habla de un escenario apocalíptico y de religión en unos temas que oscilan entre la delicatessen rapera como The Blinding, con el gran Travis Scott, donde confiesa su ansiedad ante el juicio el público, o la influencia brasileña y lounge de NeverEnding Story.
Taylor Swift: Folklore
Cantante famosísima, el disco 1989 (2014) convirtió a Taylor Swift en la nueva princesa de América con su angelical sonrisa. Rubísima y “americanísima”, Swift debutó en 2006 con un álbum homónimo de country con muchas guitarras punteadas y una querencia pop en el que ya destacaba su preciosa voz y su facilidad para crear melodías disfrutonas. Poco a poco, Swift fue dejando el country para acercarse más al pop como en su último, y muy exitoso disco, Lover (2019) en el que culmina su conversión en una Madonna más modosa (que no tonta). Ella misma se burlaba de esa imagen de pureza en Miss Americana&The Heartbreak Prince en la que ponía en primer plano su condición de mujer de carne y hueso frente al cliché. Con Folklore, Swift regresa a sus orígenes con un disco más folk como su propio título indica y una producción menos bombástica. Swift sigue teniendo una gran facilidad para hacer canciones bonitas que brillan en este disco que suena al mismo tiempo popular y honesto. Cardigan, el single de adelanto, es una balada emocionante en la que confiesa “como un viejo jersey” en su relación de pareja. La colaboración con Bon Iver, exile, es una modélica canción de pop folk con un maravilloso estribillo a la altura de una superestrella como ella.
Pau Vallvé: La vida és ara
Cantautores catalanes como Pau Vallvé, El Petit de Cal Eril o Joan Miquel Oliver practican un folk muy personal, con un punto surrealista, muy estimulante. Vallvé tiene ya varios discos a sus espaldas y destaca especialmente este La vida és ara, en el que entrega unas canciones de gran sencillez, apenas una guitarra. Algunos teclados y de vez en cuando una tímida batería, de gran fuerza lírica. El propio músico toca todos los instrumentos y según cuenta él mismo grabó las canciones encerrado en su estudio durante el confinamiento. Además de sufrir la pandemia, se acababa de separar y La vida és ara, como su propio título ya parece indicar, es una reafirmación de la vida y un canto contra el odio. Especialmente logradas son la canción que a título al disco, una especie de indietrónica galáctica, y la contundente Mai més no vull estar enfadat.