A falta de que muchos grandes espadas lancen sus nuevos trabajos cuando lleguen tiempos mejores para el directo, la actualidad musical va más lenta que otros años pero la buena música hace acto de presencia. Lanzado por sorpresa, Carnage de Nick Cave y su antiguo colaborador Warren Ellis es una nueva aproximación del australiano a lo espectral en clave de rock tras la trágica muerte de su hijo adolescente. Otra letanía, en este caso indiefolk, An Overview on Phenomenal Nature, de la neoyorquina Cassandra Jenkins nos sobrecoge con su recuerdo de David Berman. Y Lana del Rey lanza uno de sus mejores discos, Chemtrails over the Country Club, donde denuncia el “narcisismo” de Estados Unidos.

La música patria brilla con lo nuevo de Sen Senra, bedroom pop con un toque urbano contagioso, y la sofisticación sónica de Maria Arnal I Marcel Bagés, fusión de tradiciones con electrónica. El jazz vive nueva vida con lo nuevo del productor inglés Floating Points, en colaboración con el veterano saxofonista Pharoah Sanders en un disco maravilloso, y desde Manhattan Navy Blue cura sus traumas en un álbum de hip hop y jazz tan vanguardista como honesto. Destacamos también el regreso de Justin Bieber al terreno del hit en el efervescente Justice, el glam rock electrónico de los escoceses vecinos de Londres Django Django y la fusión entre la kora maliense y la chanson de Ballaké Sissoko.

Nick Cave & Warren Ellis: Carnage

El australiano Warren Ellis es un viejo colaborador del ínclito Nick Cave. Miembro de The Bad Seeds desde 1994, ambos han compuesto también varias bandas sonoras de películas como El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (Andre Dominik, 2007) o The Road (John Hillcoat, 2009), reunidas en el doble álbum White Lunar (2009). A pesar de esta larga colaboración, ambos músicos no habían firmado nunca un disco juntos hasta este Carnage que compusieron en un par de días y luego trabajaron durante semanas en el estudio. Son ocho canciones dentro del estilo lúgubre con tintes espirituales que ya despuntaba en la obra de Cave antes de la trágica muerte de su hijo en un accidente, pero que desde entonces se ha acentuado aún más, como escuchamos en los espectrales y bellísimos Skeleton Tree (2016) y Ghosteen (2019). El tono grave de Cave siempre ha tenido algo de ultratumba y aquí parece hablar casi desde el más allá en canciones como la rockera y sepulcral Old Time o la dramática Shattered Ground. El propio título del disco, Carnage, significa carnicería y es una de las canciones más hermosas, con esa línea de piano preciosista que acompaña a una letra desgarradora: “Es solo amor/ con un poco de lluvia/ y espero volverte a ver”. El disco incluso se atreve con el gospel en la bluesera White Elephant para alcanzar altas cotas espirituales.

Lana del Rey: Chemtrails Over the Country Club

Cuesta creer que cuando Lana del Rey irrumpió en 2012 con el ya mítico Born to Die muchos levantaran una ceja y dijeran que era demasiado bonito para ser verdad y se trataba de un productor prefabricado. Lejos de ello, la artista neoyorquina no solo sigue siendo una de las voces más personales y auténticas de la escena estadounidense, también se ha mantenido fiel desde entonces a publicar un álbum cada dos años. Cuando aun resuenan los ecos del preciosista Norman Fucking Rockwell!, la cantante y compositora, desde su nueva residencia en California, sigue indagando en el concepto de “Americana” para encontrar las costuras de un país enamorado del mito que ha creado en torno a sí mismo. Si en aquel disco utilizaba las famosas ilustraciones de Rockwell, reflejo de una América de ensueño, como emblema de lo que ella misma llama “narcisismo” de su país, aquí le da una vuelta al “country club” y la vida “perfecta” del suburbio. Ella misma encarna, de forma paradójica, ese propio sueño americano como canta en White Dress, donde rememora sus orígenes como camarera en una canción que rezuma sensibilidad. La palabra “chemtrail”, que utiliza en el título del disco y el single homónimo, se refiere al “rastro químico” que dejan los aviones en el aire (al parecer es un fenómeno visual pero no real) como metáfora de esa “toxicidad” que se oculta tras el ensimismamiento de la cultura americana.

Cassandra Jenkins: An Overview on Phenomenal Nature

En agosto de 2019 el mundo de la música decía adiós a David Berman, ex Silver Jews, y ahora nos llega este precioso disco de su amiga y colaboradora Cassandra Jenkins en el que le rinde un sentido y bellísimo homenaje. Poco antes de su muerte (se suicidó), la músico se disponía a emprender una larga gira con él como parte de su proyecto The Purple Mountain.  En Ambigous Norway describe un viaje al país escandinavo que tendría que haber realizado junto a Berman, canta melancólica: “Te has ido/ Estás en todas partes”. Entre el indie y un folk galáctico con tintes espirituales, An Overview on Phenomenal Nature recuerda un poco al trabajo de Bon Iver o incluso Fleet Floxes por su espíritu cercano a lo bucólico, aunque con un punto más neoyorquino y urbano, no en vano Jenkins es una de las figuras más destacadas de la escena de Brooklyn. Brilla especialmente la preciosa Hard Drive, una canción jazzística de spoken word.

Maria Arnal i Marcel Bagés: Clamor

Existe en las nuevas generaciones de músicos españoles una querencia por regresar a las raíces patrias. Después de unos años 90 y principios de siglo muy marcados por la influencia anglosajona, desde el nuevo y popular disco de C. Tangana pasando por artistas como Rodrigo Cuevas, Joan Miquel Oliver o la propia Rosalía, asistimos a un fructífero reencuentro con la tradición. Los barceloneses Maria Arnal y Marcel Bagés se inspiran en un relato del escritor de ciencia ficción filosófica Ted Chiang llamado El gran silencio, según el cual el mundo es una cacofonía de voces en la que paradójicamente se produce ese “gran silencio” del universo. El dúo construye un disco repleto de referencias intelectuales, sumen a la poetisa estadounidense Donna Haraway o Paul B. Preciado, en el que según ellos mismos tratan de plasmar la capacidad del ser humano para regenerarse y adaptarse a nuevas situaciones. Es un disco curioso y emotivo, experimental y emocional al mismo tiempo, hay momentos más poperos que recuerdan a Vainica Doble como la deliciosa Milagro e incluso se atreven con la copla en Tras de ti.

Ballaké Sissoko: Djourou

El castigado país de Mali es la cuna de algunos de los mejores músicos del mundo, como las bandas de “rock del desierto” Tamikrest y Thinariwen o el cantante  Boubacar Traouré, sin olvidar la leyenda de Ali Farka Touré, fallecido en 2006. La kora, un instrumento con 21 cuerdas que es una mezcla de arpa y laúd, marca el sonido maliense y tiene a Ballaké Sissoko como su máximo exponentes junto a su propio primo, Toumani Diabaté. Hijo de un distinguido músico de Gambia, Sissoko se ha hecho popular en Occidente gracias sobre todo a sus colaboraciones con el celista francés Vincent Ségal. En Djourou continúa explorando la fusión entre la música africana y la occidental en un disco extraordinario. Sissoko colabora con diversas mujeres, cantantes y músicos, como en la canción que da título al disco, donde participa la gambiana Sona Jobartteh, o en Kora, en la que canta la popstar francesa Camille en una canción que mezcla la chanson con el sonido profundo y místico de la kora. En la rítmica Froter les mains rapea OxmoPuccino y en Un vetement pour la lune se pasa al rock con la banda Feu!.

Ballaké Sissoko & Camille - Kora (Official video)

Floating Points. Promises

Sam Shepherd es un productor electrónico de Manchester que firma sus prodigiosos discos con el nombre de Floating Points. Después de dos álbumes y varios sencillos en los últimos años, el productor alcanza su madurez creativa con este disco seductor y misterioso en el que mezcla el jazz, marcado por el saxofón del músico estadounidense Pharoah Sanders, y la electrónica. Si Sanders logra que el disco tenga la profundidad del jazz más auténtico, el música va un paso más allá y convoca también a la London Symphony Orchestra, que aporta los sonidos de cuerda de los violines, la viola, el cello y el contrabajo. El resultado es deslumbrante. Compuesto por nueve temas, cada uno de ellos llamado “movimiento” y su número, los músicos llaman “psicodelia abstracta” a su búsqueda conjunta y su música nos sumerge en paisajes líricos y al mismo tiempo peligrosos, de una sutil y brillante melancolía optimista.

Navy Blue: Songs of Sage: Post Panic!

El rapero y modelo neoyorquino Sage Elsesser obtuvo un gran reconocimiento el año pasado con su debut, Àdá Irin, en el que practica una sofisticada fusión entre el hip hop y el jazz que sirve como banda sonora a su tormentoso pasado. La idea del abuso y el trauma se está convirtiendo en un elemento central de la cultura contemporánea. Con el icónico To Pimp a Butterfly (2015), el rapero de Los Angeles Kendrick Lamar aportó el legado del jazz al hip hop, difuminando para siempre las porosas fronteras entre géneros en la música afroamericana, y Navy Blue recoge el testigo de ese álbum para crear un sonido aún más abstracto y rico en un disco más duro que el anterior en el que destaca por la sinceridad y sensibilidad con la que el artista narra su difícil infancia. En el arranque, Dreams of a Distant Journey, recuerda las “lecciones” de su padre cuando le recomienda a su “problemático hijo” que se haga con una pistola y añade: “Si nunca has sentido dolor, en realidad nunca estuvo vivo”. En la lounge Self Harm canta “hacerse daño no es la manera de hacerlo, pero a última hora es una manera de lidiar con ello”. La canción más melódica es la bluesera Enough, junto a Zeroh, en la que dice “hay demonios en mi cabeza pero la vida es especial/ tengo amor en mis ojos”.

Sen Senra: Corazón cromado

Gran disco de este rapero gallego aficionado a cantar con falsete en el que practica un rap melódico muy pop que a veces recuerda a Justin Bieber haciendo baladas y a veces al sentido rítmico y atormentado de otra angelina célebre como Billie Eilish. Sen Senra hace canciones bonitas con muchos teclados y un punto r&b en las que cuenta sus pequeñas cuitas con honestidad y gracia. Muchos llaman “bedroom pop” a este sonido que hereda del rock (donde el bedrrom rock tiene una larga tradición) la capacidad para sonar fresco y espontáneo en un género que se supone más producido. Mi canción favorita del disco es Sublime, en la que desata ese romanticismo tan propio de la generación trapera, y la adereza con un estribillo pegajoso y luminoso, y hay más joyas como esa Tumbado en el jardín viendo atardecer con un punto ochentero.

Justin Bieber: Justice

En su último y no muy logrado Changes (2020), Justin Bieber rompía un silencio de cinco años para regresar como un tipo maduro demasiado joven para ser tan viejo. Por momentos muy intenso, se echaba de menos al Bieber híper mainstream capaz de componer grandes hits, al final de eso van las superestrellas. En Justice, el astro reverdece laureles con un álbum dedicado a su mujer (la quiere muchísimo) en el que brinda hasta 22 colaboraciones, algunas de alto copete, claro está, como la del trapero underground Luli Uzi Vert en la funky There She Go, un clásico hit del cantante que funciona en parte gracias a la ductilidad de su voz, siempre su mayor punto a favor, o Chance the Rapper en Holy, una balada sensacional que nos recuerda la capacidad del pop para expresar emociones. Es buena noticia que Justin Bieber vuelva a hacer discos de pop comercial, los hace bien, como escuchamos en la preciosista y bonita Lonely.

Django Django: Glowing in the Dark

Este cuarteto escocés instalado en Londres saltó a la fama en 2012 con la estupenda Default, en la que mezclaban el glam rock con la electrónica en una canción rabiosamente contemporánea. Tres discos después, los británicos brillan con este disco en el que suenan más psicodélicos y más experimentales que nunca en una música que a veces recuerda a Tame Impala y otras a Grimes por la utilización constate de quiebros y más quiebros electrónicos que parecen sacados de un ordenador estropeado. La canción que da título al disco tiene fuerza y suena potente en estos tiempos tan oscuros y van más allá del virtuosismo cool en la sofisticada Spirals, donde reinterpretan en clave aún más dramática el universo torturado de Kevin Parker.

@JuanSarda