Los jóvenes que quieren distinguirse del mainstream por su actitud ya no son indies sino raperos pero las viejas glorias de los 90 siguen vivas. El líder de Primal Scream, Bobby Gillespie, se une a Jenny Beth, ex cantante de Savages, para entregar un disco de guitarras con raigambre rockera e identidad británica crepuscular y profundo. Los londinenses Wolf Alice, por su parte, emocionan con su abisal Blue Weekend. Los ritmos árabes, misteriosamente desaprovechados por la música occidental durante mucho tiempo, brillan en Samurai, primer LP del furioso y enérgico joven barcelonés Beny Jr, de ascendencia marroquí. Se trata nada menos que una apuesta de El Guincho. Y desde Brooklyn, la paquistaní Arooj Aftab entrega con Last Night un álbum hermoso lleno de sentimiento.

La música nacional muestra dos rostros muy distintos. La catalana Joana Serrat sigue dando brillo al folk de ascendencia sajona en Hardcore from the Heart. Y el tan incombustible como impredecible Kiko Veneno lanza un trabajo más sobrio y melancólico en Hambre. Resucitados de los 90, dos clásicos: Garbage presentan su primer trabajo en cinco años, No Gods No Monsters, alegato anticapitalista, y Arab Strap entregan As Days Get Dark, primer lanzamiento en 16 años, un disco lleno de humor y magia en el que navegan por el indie rocoso con ritmos electrónicos. Los sonidos negros descuellan en el rock del desierto del africano Mdou Moctar y el hip hop vanguardista de Tyler the Creator.

Arooj Aftab. Last Night

Nacida en Pakistán, la cantante y compositora Arooj Aftab creció en Estados Unidos y actualmente está afincada en Brooklyn. Después de debutar con Siren Islands (2018), donde ya exploraba la fusión entre la música tradicional de su país con ritmos occidentales como el jazz o la electrónica. Era aquel un disco de atmósferas con un estilo mucho más ambient que este Last Night, donde las canciones tienen mayor peso, marcado de manera trágica por la muerte de su hermano. Sensible y conmovedora, Aftab adapta los legendarios “ghazals” de su tierra, composiciones orientales que tratan sobre el amor y la pérdida. Al contrario que en su anterior disco, la artista solo utiliza instrumentos occidentales como el violín, el arpa, el contrabajo y sintes. Hay canciones con un aire más oriental como las preciosas Baghon Main o Diya Hai, donde adapta un poema de Mirza Ghalib, mientras en Last Night entrega uno de los grandes temas del año, adaptación de un poema persa del siglo XIII con un tema de jazz que podría haber firmado la mismísima Nina Simone.

Bobby Gillespie y Jhenny Beth. Utopian Ashes

No vive sus horas de máximo apogeo pero el pop británico sigue siendo una de las mejores cosas que han pasado en este mundo. Al frente de Primal Scream, la banda escocesa que marcó los 90 con discos como el célebre Screamadelica (1991), Gillespie se reúne con la vocalista francesa Jehnny Beth en un álbum que recuerda a los Rolling Stones por su clara influencia del blues y el country. La rocosidad de Gillespie contrasta con la voz mucho más rica y matizada de Beth, conocida por ser la cantante de Savages. El resultado son canciones de desamor marcadas por el sonido de un bajo melancólico y unos teclados que recuerdan a Nick Cave. Arranca con la setentera Chase it Down para proseguir con pequeñas gemas como English Town, que suena a The Smiths, o alcanzar el hit con Remember When We Were Losers donde bordan una balada pop con ecos country.

Beny Jr. Samurai

BENY JR - BLBALA (OFFICIAL VIDEO)

Compañero de Morad, el fenómeno rapero de Hospitalet, Beny Jr es un chaval con un pasado complicado y un talento descomunal que puede hacer de él una gran estrella. Con una mezcla fascinante entre “maleante” como dice él mismo y ternura, como 2Pac combina la chulería con las alusiones sentimentales a su madre. Después de grandes singles como Kawasaki o sobre todo la maravillosa Parao, una oda contra la fama en tiempos de Instagram, “el Beny” da un salto adelante al colaborar en este Samurai con El Guincho, gran estrella por sí mismo y productor del despegue internacional de Rosalía. El artista se parece a Morad en su gozosísima incorporación de los ritmos magrebíes al trap pero busca un camino propio con una música mucho más melancólica y también más vanguardista. Excelente cronista de la vida en los barrios de inmigrantes, el verbo de Beny brilla en canciones como Botes: “En la escuela me peleaba y me expulsaban por ser maldito/ y no pueden creer en fantasmas, que siempre cantas que mueves kilos/ Si haces dinero, calla que todo lo hablas, yo a sigilo”. En Color caramelo hay un tono de reggaetón lounge a lo Bad Bunny, cuya huella surge también en el hit Combo la L mientras en Bibala realiza una de sus diatribas contra las redes sociales en una canción excelente donde la influencia árabe es más clara. Como él mismo dice, “el Beny es un hombre ahora y ya lo empieza a alzar”. Por si fuera poco, baila bien.

Arab Strap. As Days Get Dark

Fue una de las bandas más punteras de los 90 con su particular aproximación al indie, en el que el pop rock de raigambre escocesa e influencia en Sonic Youth se mezclaba con una aproximación peculiar a la música de baile, que trataban como si fuera un género melancólico y no festivo. No en vano, el propio dúo, formado por el vocalista Aidan Moffat y Malcolm Middleton, titularon en 2006 su disco recopilatorio Ten Years of Tears (“Diez años de lágrimas”). Han pasado más de tres lustros desde su último trabajo, The Last Romance (2005), y en su sonado regreso brillan con una colección de canciones con querencia electrónica en las que recurren al sarcasmo para no perder su lacerante melancolía y oscuridad pero sin dormirse en los laureles. Son canciones densas, sabias en su laboriosa construcción, y siguen sonando como si estuvieran en una habitación en la que falta oxigeno (“Abandonemos todo decoro/ Hirvamos hasta llegar a lo esencial/ Solo somos carbón, agua/ luz de estrellas, oxígeno y sueños” cantan en la maravillosa The Turning of Our Bones, donde reivindican su energía a pesar de que “se nos han caído los dientes y el pelo”).

Mdou Moctar. Afrique Victime

El “rock del desierto” proveniente del Sahel y heredero de la cultura tuareg tiene muchos acólitos en Occidente gracias a una banda tan sensacional y exitosa como Tinariwen. Mezclando influencias africanas con el blues, nos encontramos ante un sonido eléctrico y vibrante que recuerda por su fuerza emocional a Jimi Hendrix, el gran referente de Moctar. Este joven artista nigeriano comenzó grabando sus propios temas en casa en condiciones precarias y tras fichar por Sahel Records, alcanzó fama internacional con Anar en 2014. Reunido junto a su banda en una casa de campo en Nigeria, Moctar entiende su música como un proceso de creación colectivo y en este caso entiende el disco como una llamada a la acción a los africanos para que dejen de ser víctimas. Con un peculiar estilo de tocar la guitarra utilizando ambas manos, es zurdo y con una rasga y con la otra utiliza el diapasón, no hace falta entender lo que canta para captar la fuerza y sensibilidad de unas canciones que van de la rabia rockera, apasionante arranque con Chimisten, a la melancolía folk de Tale Tannam.

Joana Serrat. Hardcore from the Heart

Joana Serrat - Pictures (official music video)

Cantante y compositora de Vic muy influida por el folk de Estados Unidos, Joana Serrat llamó la atención en 2014 con su debut, Dear Great Canyon, una colección de canciones country en el que destacaba su frescura y una gozosa atmósfera pastoril. Con un tono más pop, muchas veces recuerda a Fleetwood Mac, Hardcore from the Heart sigue teniendo esa luminosidad que marca su trayectoria combinada con una gran capacidad para crear melodías envolventes y seductoras. Disfrutamos su talento para la lírica en la sensacional Pictures, en la que entrega una canción de folk a la altura de Kacey Musgraves, con la que tiene mucho en común, y la melancolía romántica prosigue en otro tema como You are with Me Everywhere I Go, una balada folk en la que sigue triunfando con su aproximación al pop adulto. Quizá la canción más bella del disco es esa Demons en la que canta: “Quise creer que el amor podía curarme/ Hablando directamente a mi espíritu enredado/ Pero no soy nadie para curarme/ Solo una estremecedora rueda rota”.

Wolf Alice. Blue Weekend

Banda del norte de Londres surgida hace una década, Wolf Alice siempre ha practicado un rock alternativo repleto de sintes en el que se mezclan una cierta épica preciosista con turbulencias guitarreras. Cuatro años después de Visions of a Life, el cuarteto liderado por la vocalista por Ellie Rowsell y el guitarrista Joff Oddie, la crítica internacional ha celebrado este Blue Weekend como su mejor trabajo. Es su disco más pop y preciosista, en algunos momentos recuerda a Perfume Genius con la rudeza de Sharon Van Etten y el punto folk de Haim. Estructurado en torno al concepto de tristeza en el que bordan el single crepuscular en la preciosa The Last Man on Earth, producen gemas pop como Delicious Things o temas más cercanos al rock de sus orígenes como Smile.

Tyler the Creator. CALL ME IF YOU GET LOST

El angelino Tyler the Creator, miembro fundador de los fundamentales Odd Future junto a Frank Ocean y Earld Sweatshirt, es uno de los grandes renovadores de la música afroamericana de este siglo. Más allá del hip hop, Tyler se asemeja a otro revolucionario afroamericano como Miles Davis por su espíritu de incansable exploración en las posibilidades del género. CALL ME IF YOU GET LOST es un nuevo prodigio de un artista que convierte su tortura en una música aparentemente caótica y deslavazada que sirve como reflejo de una realidad poliédrica y carente de centro neurálgico. Ahora se hace llamar a sí mismo Tyler “Baudelaire”, poeta maldito con no pocas conexiones con él mismo, para entregar un disco más arriesgado y experimental que los celebrados Flower Boy (2017) e Igor (2019). Veamos WUSYANAME, comienza con un sample de una vieja canción de soul de los 90, Back Seat de H Town, para proseguir con una versión truculenta de ese sonido negro de la década marcado por el romanticismo y la comercialidad. Brillan las colaboraciones de altura como la de Lili Uzi Vert y Pharrell Williams en JUGGERNAUT en un álbum con la virtud de captar el zeitgeist en un sonido tan apasionante como complejo.

Garbage. No Gods No Masters

Fueron quizá los más “famosos” del indie rock americano de los 90 con esa icónica Shirley Manson con los pelos de colores. Provenientes de Wisconsin y con un pie en Europa porque Manson es escocesa, Garbage siempre han sabido crear verdaderos himnos rockeros que suenan auténticos y al mismo tiempo tienen una gran capacidad para triunfar en los grandes festivales. Cinco años después de Strange Little Birds, la cantante ha dicho que marca el hecho de que se trata de su séptimo álbum: “Están los siete pecados capitales, los siete arrepentimientos y las siete virtudes. Es un disco sobre la estrechez de miras del capitalismo, el racismo, la misoginia y el machismo en el mundo”. Los fans del grupo no se sentirán defraudados con unas canciones potentes y muy bien producidas en las que siguen mezclando el espíritu punk con el ojo para la pista de baile. Hay buenos hits como ese No Horses en el que recorren los caminos que tanto éxito le dieron a Smashing Pumpkins o The Man Who Ruled the World, manifiesto contra la codicia en el que se acercan a Blondie.

Kiko Veneno. Hambre

Dos años después de un disco mucho más rumbero y festivo como Sombrero roto con ese bajo ska y sonido tropical, Kiko Veneno sigue demostrando que es un artista más allá de las etiquetas que en cada trabajo busca un camino nuevo. Álbum marcado por el bajón colectivo que ha significado la pandemia, Hambre tiene un sonido mucho más sobrio en el que la influencia de los ritmos urbanos, ya presente en el anterior, es más evidente. Lo vemos en esa popera Días raros, grabada durante la pandemia, que podría haber grabado Yung Beef un día triste o la canción que da título al disco, en la que explora una cadencia melancólica que recuerda a Frank Ocean en versión flamenca.

@juansarda