Beyoncé renace en su nuevo trabajo. Vuelve de otro planeta con más fuerza que nunca, en todo su esplendor de “superestrella alienígena” (así se llama una de las canciones, Alien Superstar), montada a lomos de un caballo que brilla como una bola de espejos (con ello nos da una pista de por dónde van los tiros) y mostrando con un desnudo casi integral ese voluptuoso cuerpo que ha sido objeto de deseo de la humanidad entera desde hace veinte años.
Así se nos presenta Beyoncé Knowles (Houston, Texas, 1981) en la portada del álbum que acaba de publicar este viernes, RENAISSANCE. Todo en mayúsculas, también los títulos de las canciones, para reforzar esa impresión de grandeza. Esta nueva Beyoncé proyecta una imagen empoderada, desafiante y, por supuesto, seductora.
La artista ha trabajado en este disco, que abre una trilogía, durante la pandemia. Esta primera parte es una batería de 16 canciones como 16 misiles, con un protagonismo indiscutible de la música electrónica de baile en sus distintas manifestaciones y épocas, del disco a los sonidos más actuales, pasando por el electropop o el house de los 90, como en esta Break My Soul, que fue el primer adelanto del disco.
También hay sitio para las bases rítmicas y subgraves del trap más oscuro. Una multitud de estilos de los últimos 50 años manejados con soltura e inteligencia, y donde no faltan guiños a otros músicos como Donna Summer y Giorgio Moroder (en un fragmento en el que versiona el célebre I Feel Love), Grace Jones o el rapero Drake.
El disco también se caracteriza por sus cambios repentinos de tempo, instrumentación y estilo hacen de la escucha una experiencia sorprendente a cada minuto y un puzle en el que todo encaja aunque cada pieza sea distinta a la anterior.
Ya en los primeros compases del disco uno intuye que se le avecina algo potente y distinto a otros trabajos previos de Beyoncé. En I’m That Girl, un bajo atronador y un sampleo vocal disparado como una metralleta nos trasladan a una rave imaginaria. Entonces baja el tempo y entra su voz sublime, invitándonos a sobrevolar un universo sonoro oscuro y cálido.
El álbum es un canto al hedonismo y al baile, como catarsis tras la pandemia. No abandona, aunque sí rebaja su intensidad, las reivindicaciones políticas. Aquí sigue cantando al feminismo, a la sororidad, al orgullo racial y a la diversidad física y sexual, pero con un tono más festivo. En este disco pone además el foco en el movimiento queer, de hecho incluye un sample en el que se oye a la activista trans Ty Madison.
Eso no quita para que haya también momentos de culto al dinero y al lujo tan propios de las estrellas del pop, del rap y de la música urbana. Precisamente Beyoncé es conocida, además de por su indiscutible talento, por sus ocasionales derroches de cientos de miles de dólares en moda y joyas. En esta línea, un disco sobresaliente se cierra de manera incomprensible con una enumeración absurda de marcas como Versace, Prada, Balenciaga, Dior y Givenchy.
El pasado 30 de junio, Beyoncé rompió su habitual secretismo acerca de sus próximos lanzamientos y compartió la portada del álbum en redes sociales, acompañada de un breve comentario sobre el espíritu de su nuevo trabajo: "Crear este álbum me permitió un lugar para soñar y encontrar un escape durante un momento aterrador para el mundo. Me permitió sentirme libre y aventurera en una época en la que poco más se movía. Mi intención era crear un lugar seguro, un lugar sin juicio. Un lugar para estar libre de perfeccionismo y pensamiento excesivo. Un lugar para gritar, soltar, sentir libertad. Fue un hermoso viaje de exploración. Espero que encuentres alegría en esta música. Espero que te inspire a desmelenarte. ¡Decir ah!. Y sentirte tan único, fuerte y sexy como eres".
Con más de dos décadas de carrera a sus espaldas y siempre en la cúspide de la atención mediática, Beyoncé se siente cómoda en su propia piel, como declara en Cozy. Por encima de filias y fobias (“me odias porque me deseas”, dice) de unos mortales que desde las alturas debemos de parecer hormigas. “Yo no quería este poder”, confiesa en la canción que abre el disco. Pero el caso es que lo tiene. Y sabe cómo usarlo.