“Dos ensayos largos”. Eso es todo lo que han necesitado Paquito D’Rivera y los músicos que lo acompañan para montar su último espectáculo, Cariberian Tour. Un repertorio de obras de compositores clásicos españoles como Albéniz, Falla y Rodrigo, aliñadas con latin jazz.
Con este tributo, que quedará registrado en un disco y un documental, está recorriendo los escenarios de nuestro país el músico cubano, desde hace muchas décadas uno de los mayores exponentes del saxofón y el clarinete dentro del género, ganador de 12 premios Grammy. Tras su paso por Madrid, las islas Canarias, Málaga, Getxo, Pamplona, Valencia y Alicante, regresa este viernes a tierras madrileñas para actuar en el Auditorio de San Lorenzo del Escorial, antes de poner rumbo a Cádiz para terminar en Londres, St. Moritz (Suiza) y París, donde presentará también este proyecto fruto de la imaginación del productor Óscar Gómez.
En el repertorio figuran el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo; Recuerdos de la Alhambra, de Francisco Tárrega; un fragmento de El Sombrero de tres picos, de Manuel de Falla; otro de la Suite Iberia, de Isaac Albéniz; y otra que, a pesar de ser de un ilustre cubano, está igualmente ligada a la tradición española: Andalucía, de Ernesto Lecuona.
“El gran Duke Ellington decía que el buen arreglar es como recomponer. Eso es lo que hemos tratado de hacer, adaptando las obras como si todos estos compositores hubieran nacido en el mar Caribe”, explica D’Rivera a El Cultural. Traducirlos al latin jazz ha sido tarea fácil para el intérprete y compositor, que siempre ha tenido un pie en la música clásica y otra en el jazz y la música afrocubana y que ha compuesto obras sinfónicas y de cámara como Aires tropicales, Conversaciones con Cachao o Gran Danzón. “África es lo que tienen en común la música española y el latin jazz”, afirma D’Rivera. “Ese es un nexo que ayuda mucho a la hora de mezclarlas”.
Acompañan a D’Rivera colaboradores habituales como el pianista Pepe Rivero, Reiner Elizarde ‘El Negrón’ al contrabajo, Michael Olivera a la batería, el trompetista Manuel Machado, Yuvisney Aguilar a la percusión y el guitarrista David Tavares. “Muchos músicos cubanos se han venido para acá a causa del destrozo que hicieron con mi país”, dice D’Rivera, más locuaz a la hora de criticar el régimen castrista que al hablar de su música.
Resumir los logros musicales de Paquito D’Rivera es tarea imposible. Nació en La Habana en 1948 y heredó la vocación musical de su padre, director de orquesta y saxofonista. Desde que tiene memoria lleva un saxofón entre las manos y con solo 10 años debutó en el Teatro Nacional de la Habana. De joven fue un músico reconocido en Cuba, debutando con la Orquesta Sinfónica Nacional con solo 18 años en 1967, fundó la Orquesta Cubana de Música Moderna y fue uno de los fundadores del conocido grupo Irakere de jazz fusión.
En 1980, harto de su situación en Cuba, aprovechó un viaje al extranjero de la banda y en una escala en Madrid pidió asilo en la embajada estadounidense, dejando en la isla a su esposa y su hijo. En nuestro país vivió seis meses (“podría haberme quedado a vivir aquí”, dice) antes de marcharse a Estados Unidos, donde vive desde entonces y donde encontró rápidamente hueco en el rico panorama del jazz y la música latina de Nueva York, siendo Dizzy Gillespie uno de sus grandes valedores y colaborador habitual durante años en distintos proyectos. Todas estas vivencias las recogió en sus memorias Mi vida saxual (Seix Barral, 2000). “Me encantaría actuar un día en mi tierra, pero no volveré a Cuba mientras sigan mandando ellos”, subraya. Al preguntarle si no cree que está habiendo una mayor apertura en la isla, contesta irónico con un fragmento de un bolero de Panchito Riset: “El cuartito está igualito”.
D’Rivera a sido reconocido con galardones como el Frankfurter Musikpreis, Guggenheim Fellow, Kennedy Center Living Jazz Legend, USA National Medal of the Arts y el John A. Rockefeller Award. Es Doctor Honoris Causa por la prestigiosa Berklee School of Music y la Universidad de Pennsylvania. En 2005, se le concedió el NEA Jazz Master, el mayor reconocimiento posible a un músico de jazz en Estados Unidos.