El barbero de Sevilla de Emilio Sagi, estrenado en 2005. Foto: Javier del Real.

El Teatro Real recurre al humor para inaugurar su temporada con un título fundamental de la ópera bufa italiana, El barbero de Sevilla. A las órdenes del maestro Tomas Hanus, un equipo de jóvenes cantantes desfilará por la celebrada producción de Emilio Sagi.

Al contrario que la mayor parte de las obras de su autor, que han tenido que esperar hasta los años 80 del pasado siglo para ser recuperadas en todo su esplendor, Il Barbiere di Siviglia nunca ha abandonado los escenarios. Aunque no puede decirse que tuviera un comienzo fácil. Muchos consideraron un sacrilegio que el joven pesarés volviera a poner música a la célebre comedia de Pierre Auguste Caron de Beaumarchais -inspirada, a su vez, en El celoso extremeño de Cervantes-, cuando ya lo había hecho con enorme éxito, 16 años antes, el venerable Giovanni Paisiello. Precisamente los partidarios de este músico boicotearon el estreno en el Teatro Argentina de Roma, el 20 de febrero de 1816. Se habló hasta de la presencia de un gato negro que atravesó el escenario, como símbolo de mal agüero. Pero, ya en la siguiente representación, la deliciosa obra logró imponerse por su extraordinario equilibrio, la insuperable frescura y vitalidad de sus pentagramas, y el propio Rossini, que no había querido acudir al teatro, fue buscado por sus acólitos para celebrar su triunfo.



Il Barbiere di Siviglia es una ópera cómica perfecta, en la que no hay ni un solo momento en el que decaiga la inspiración, ya desde la propia obertura (retomada, al igual que muchos otros pasajes de la ópera, genialmente transformados, de una obra anterior, Elisabetta, regina d'Inghilterra), y que demuestra la enorme perspicacia de su autor en la caracterización de unas figuras que dejan de ser los arquetipos de la commedia dell'arte para convertirse en personajes de carne y hueso. Aquí el simpático y enredador sacamuelas adquiere la categoría de prototipo inmortal de la cigarrera Carmen o el seductor Don Juan, la trilogía de mitos operísticos sevillanos.



El coliseo madrileño ha recurrido a la afortunada producción de Emilio Sagi, creada en colaboración con el Teatro Sao Carlos de Lisboa en 2005. Al director de escena ovetense siempre le ha funcionado muy bien la mecánica rossiniana. Su Viaggio a Reims se representa ininterrumpidamente en Pésaro, desde hace más de una década, como plataforma para nuevas voces, y en la L'italiana in Algeri de la ABAO hizo de Daniela Barcellona una auténtica "chica Almodóvar". En esta ocasión ha dado una vuelta de tuerca más a la conocidísima ópera bufa con resultados altamente satisfactorios. En el foso estará el joven maestro checo Tomas Hanus, nacido en 1970 y alumno de Jiri Belohlavek, quien en los últimos se ha afirmado en importantes teatros europeos como la Ópera de París o la Deutsche Oper de Berlín, en autores tan variados como Mozart o Janácek.



Voces en alza

Como Rosina tendremos a la temperamental mezzo napolitana Serena Malfi (que despuntó en el reciente homenaje a Teresa Berganza), en Figaro al italiano Mario Cassi (que ya hizo en Madrid de barbero en I due Figaro de Mercadante) y en el Conde de Almaviva al elegante tenor ruso Dmitry Korchak (que viene de triunfar como Ernesto en el Don Pasquale de Riccardo Muti). Su paisano Dmitry Ulyanov brindará otra faceta de su sólido canto (tras su Pimen de Boris Godunov en Madrid o su Procida en Les vêpres siciliennes de Bilbao) en el profesor de música Don Basilio, y el veterano Bruno de Simone sabrá dar su justa comicidad al tutor Don Bartolo. En el reparto alternativo destacan el tenor uruguayo Edgardo Rocha, el barítono portugués José Fardilha, el bajo italiano Carlo Lepore o la alemana Ana Durlovski (que se está afirmando como una de las sopranos coloratura de hoy), un valor ascendente como el barítono rumano Levente Molnar, y, en ambos, la sin duda jugosísima criada Berta de la soprano española Susana Cordón.