Momento de la representación de la ópera sobre la figura de Oteiza

Gran acontecimiento el próximo jueves, 9, en el Teatro del Museo de la Universidad de Navarra, con la colaboración de la Ópera de Cámara de la comunidad foral, el Colectivo E7.2 y la Fundación Museo Jorge Oteiza, que han unido sus fuerzas para levantar una nueva ópera encargada al gijonés Juan José Eslava (Gijón, 1970), uno de nuestros compositores más preparados y curiosos, un forjador de nuevas sonoridades, un impenitente buscador de efectos tímbricos, que se ató los machos hace dos años para acometer la tarea de recordar musicalmente.



Eslava es un creador de muy amplio espectro, que toca desde hace años diversos palos y busca continuamente nuevos materiales en una labor variada y fructífera que le ha valido numerosos premios y un amplio reconocimiento también fuera de España. Su lenguaje, muy anclado a la tierra, pétreo a veces, su tacto para encontrar insólitas fuentes de sonido, su conocimiento de los distintos instrumentos, sus texturas rugosas, su fantasía para recrear las más diversas atmósferas, parecen hacerlo idóneo a la hora de evocar el imponente y abstracto constructivismo del escultor, vecino en algunos casos al arte más elegante y aéreo de su colega Chillida.



El músico asturiano había trabajado ya hace años en una composición dedicada a la memoria del escultor, Biotez Oteiza (2003), escrita para coro de hombres y que buscaba alusiones cordiales (biotez=latidos del corazón) en un intento de penetrar en su silencioso universo. Eslava define la nueva obra como “una interpretación personal de Oteiza desde su pensamiento metafísico. Propone interrogantes e intensidad. Entiendo que es un cazador, que pone trampas al espacio, inéditas. Es un retorno a los valores primigenios, una suerte de introspección, que tiene bastante relación también por ese respeto de los materiales en su escultura: piedra, hierro, madera, incluso tizas”. Oteiza, añade, es en la obra “un personaje incipiente que no llega a ser pero que encuentra una identidad gracias a la esencial figura del crómlech”.



Nacho de Paz, siempre aliado con nuevos proyectos, y que dirigirá la ópera, opina que en ella “hay una búsqueda de sonoridades poco habituales que tienen mucho que ver con la piedra, la madera y el viento. Uno se pone a estudiar la música y a imaginársela y le vienen paisajes del norte, del rugir del mar Cantábrico, de la roca... Juanjo ha logrado transmitir muy bien esa particular visión artística de Oteiza y trasladarlas al sonido”. El bajo norteamericano Nicholas Isherwood, habituado al lenguaje de vanguardia, encarnará al artista, al que prestará su grave, potente y un tanto engolada voz. Echan una mano también al proyecto, que se encuadra en el ciclo Cartografías de la Música, el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Pamplona.