Son numerosas las óperas creadas por escritores y músicos españoles, basadas en temas literarios de toda época y lugar. La lista, aun partiendo de los años setenta para acá, es larga. Daremos sumaria cuenta de algunos títulos significativos. El primero podría ser El caballero de Olmedo de Arturo Díez Boscovich, estrenado hace unos días en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, escenario, en 1981, de otra obra sobre Lope de Vega: Fuenteovejuna, de Moreno Buendía. Remedada en 2018 en el Campoamor de Oviedo por Jorge Muñiz.
Nos remontamos ahora a 1973, año en el que se estrenó, asimismo en la Zarzuela, la ópera corta La mona de imitación de Ángel Arteaga, un adalid de nuestra vanguardia. El libreto se inspiraba en un texto de Ramón Gómez de la Serna. Al año siguiente se presentaba Selene de Tomás Marco, obra de rara confección, original. El propio Marco y en el mismo escenario, estrenaba, hace unos meses, una curiosa zarzuela crítica, Policías y ladrones, con libreto de Álvaro del Amo.
En 1983 se presentaba Kiu, de Luis de Pablo, ópera metafórica y bien trabajada, de lenguaje muy moderno, sobre El cero transparente de Alfonso Vallejo. El propio compositor bilbaíno estrenaba en el mismo teatro, en 1988, El viajero indiscreto con texto de Vicente Molina Foix, construida sobre la contradicción entre pasado y futuro. Con texto del mismo Molina Foix aparecía La madre invita a comer, una comedia negra presentada en Venecia en 1993 y recreada en la Zarzuela al año siguiente. Forzoso es referirse, ya fallecido el músico, a El abrecartas, con texto también del mismo autor, estrenada hace unos meses en el Real.
El Teatro de la Zarzuela veía, en 1992, la primera ópera del exquisito Miguel Ángel Coria, Belisa, con palabras de Antonio Gallego. Obra muy concentrada basada en Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín de Lorca. El Real estrenaba en 1997 Divinas palabras de Antón García Abril, según la tragicomedia de Valle-Inclán, adaptada por Francisco Nieva. Obra caudalosa y fluyente que contó con el protagonismo de Plácido Domingo, que había participado ya, en 1980, en otra ópera nueva, El poeta, de Moreno Torroba, con libreto de José Méndez Herrera. Se glosaba, con no pocas limitaciones, la figura de Espronceda.
En 2000 accedía al Real una ópera soñada durante años por su autor, Cristóbal Halffter: Don Quijote, que recreaba aspectos del personaje cervantino con añadidos de otros autores. Andrés Amorós era el libretista. En el mismo coliseo podíamos contemplar, en 2007, la ambiciosa Viaje a Simorgh de José María Sánchez-Verdú, uno de nuestros músicos más originales, con base literaria fundamental en Las virtudes del pájaro solitario de Juan Goytisolo. Libreto del propio compositor. También Pilar Jurado, soprano protagonista, fue la autora del libreto de su ópera La página en blanco, estrenada allí mismo en 2011.
Para terminar debemos citar Tránsito, obra enjundiosa, concentrada, de significación política, escrita sobre la obra literaria de Max Aub por Jesús Torres, y Lazarillo, de David del Puerto, que vio la luz en Alcalá de Henares hace tan solo unos meses. Obra variopinta, contrastada, con libreto de Martín Llade extraído del famoso anónimo.