Teatro

El bien y el mal según Brecht

El CDN estrena "La buena persona de Sezuan"

25 mayo, 2006 02:00

Yolanda Ulloa interpreta a la prostituta She Té. Foto: Ros Ribas

El 25 de mayo se estrena en el teatro María Guerrero de Madrid La buena persona de Sezuán, de Brecht. Dirigida por Luis Blat, en versión de Jesús Munárriz, está interpretada por un amplio reparto encabezado por Yolanda Ulloa, Gonzalo de Castro y Enriqueta Carballeira.

Se ha afirmado que el marxismo de Bertold Brecht pudiera valer igual para un comunista de buena fe que para un buen cristiano. Tiempos hubo en que desde las dos orillas se promovieron movimientos de integración o, al menos, de colaboración: cristianos para el socialismo. No parece que aquello haya fructificado. Y ahí andan ambas redenciones, la comunista y la cristiana, arrastrando sus lastres históricos y sus pecados: estalinismos, inquisiciones, papas prevaricadores etc... Viene esto a cuenta del sustrato religioso de este texto de Bertolt Brecht, El alma buena de Sezuan, que dirige Luis Blat. Sobre el significado de esta obra se han vertido ríos de tinta sin acuerdo posible incluso desde el propio título. El alma buena de Sezuan viene a ser el título más común y con el cual lo recupera ahora el CDN. Luis Blat se une así a los nombres ilustres de Ricard Salvat, Fabiá Puigsver y Nuria Espert que la montaron en tiempos pretéritos.

Cuentan las escrituras que si Dios hubiera hallado un solo justo en Sodoma y Gomorra esas ciudades no hubieran sido destruidas por el fuego. Esa posibilidad expiatoria y salvadora, un alma justa, se cumple en este texto de Bertolt Brecht. Los tres dioses que, con ánimo de comprobar cómo marcha el mundo, buscan posada entre los hombres hallan al fin quien les dé cobijo: una prostituta bondadosa. Se cierra así, con el hallazgo de un justo, no sólo un ciclo salvador, sino la formulación de una analogía sobre la complicidad de Cristo con gente de vida heterodoxa. Cristo convivió con María de Magdala, una puta que le ungió con perfumes y le dió amor e hijos.

Mundo de injusticias
Se trata de una historia sobre la dialéctica entre el bien y el mal. La certeza de la teoría marxista de que, al final, ha de prevalecer el bien no está del todo clara en este texto de Brecht. Más que la promesa de un mundo paradisíaco, Brecht muestra las dificultades de vivir justamente en un mundo lleno de injusticias.

En El alma buena de Sezuan la justicia sólo puede implantarse en el mundo adoptando los mecanismos del mal y de la injusticia que trata de combatir. Los dioses premian con dinero a la prostituta, la bondadosa She Te, y ésta se libera de la esclavitud sexual; la gente percibe el progreso de She Te y trata de aprovecharse: necesidad del capital y tendencia del hombre a explotar a los demás. La "buena persona" es esquilmada por una tropa de maleantes, mendigos y parásitos. Para resolver esta contradicción casi insalvable Brecht recurre al desdoblamiento, a la máscara: la doble faz, la doble moral. She Te, a veces, se convierte en Shui Ta, el lado práctico y eficiente, el burócrata: esquizofrenia. El fondo moral de She Te y la necesidad de un orden, el que impone Shui Ta. Consecuencia: es imposible mantenerse puro entre rufianes, la inocencia es un lastre. En este planteamiento hay una cuestión ideológica, también un sugerente juego dramático de máscaras.

La catarsis de la tragedia aristotélica conduce sólo a la compasión por el héroe; la máscara en cambio, la distanciación, propicia un nuevo orden; historia, dialéctica, épica. Conceptos básicos del teatro brechtiano están explícitos en esta parábola laica, en este simil religioso de un descreído. La persona buena de Sezuan es una obra de un raro equilibrio, de una extraña perfección Y, con frecuencia, de una insolente paradoja: bondad y maldad, prostitución y traje de novia, dioses comprensivos y hombres malvados. En medio de este remolino de ideas y antítesis, Wang, el aguador, el mensajero e introductor de los dioses, debatiéndose entre miedos y oscuridades.

Redención comunista
Se la ha acusado también de fariseísmo, de maniqueísmo, de cifrar únicamente en la "redención comunista" el porvenir del mundo. La verdad es que esta acusación se sustenta sólo en el desdén con que es tratada la conducta de los dioses, según algunos exégetas del "humanismo brechtiano". Es un aspecto discutible, pues los dioses no salen tan mal parados. En definitiva, aunque no quede un justo sobre la tierra, el recuerdo de que una vez existió, atenúa sus cóleras y propicia el ejercicio de la bondad. Lo que incomoda de la dialéctica de Brecht es que su crítica a la religión no es frontal, sino parabólica: un sutil plan de demolición con esquemas similares a los de la doctrina que quiere combatir. La persona buena de Sezuan no es una obra doctrinaria en el sentido estricto y grosero del término; es una obra dialéctica, didáctica, es decir, esencialmente brechtiana. Si las formulaciones acostumbran a ser de fácil comprensión, a esta obra podría aplicársele esta declaración: "Hay hombres que luchan un dia y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida y esos son imprescindibles". En el fondo el mensaje no es tan pesimista.