Image: IV premio Valle-Inclán

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Teatro

IV premio Valle-Inclán

Dotado con 50.000 euros, se falla el día 16

12 marzo, 2010 01:00

La IV edición del Premio Valle-Inclán reúne, de nuevo, un elenco de estrellas de la escena. El próximo martes se darán cita en el Teatro Real de Madrid, donde se decidirá quién conquista los 50.000 euros del galardón y la escultura de Víctor Ochoa. Patrocinado por la Fundación Coca-Cola, el galardón que concede El Cultural de El Mundo, "El Valle", se ha consolidado como el gran premio teatral español tanto por su dotación económica como por el prestigio del jurado presidido por Francisco Nieva y por el mérito de los finalistas. Su convocatoria es el preámbulo del Día Mundial del Teatro (día 27).

El próximo día 16 se falla en los salones del Teatro Real el IV Premio Valle-Inclán entre pompas y legítimas vanidades. En toros y en teatro sólo es humilde el que no puede ser otra cosa; ésa es una verdad no sólo demostrada sino inapelable. Es una noche de gran fiesta. Y nada más lejos, este boato y magnificencia, del esperpento cruel y agrio, de las comedias bárbaras de don Ramón María, de las marigailas, encomenderos, caciques. Mendigos, sacristanes y baldadiños. Pareciera que a la infame turba de los personajes valleinclanos una varita mágica la hubiera transformado en cortesanos vestidos de gala. Y algo hay de eso en esa noche mágica y convulsa del premio: una representación de oro transmutada en alta comedia para gloria de don Ramón María, el mayor genio de la lengua de todos los tiempos, tras don Francisco de Quevedo y Villegas; y para bien de los cómicos que ascienden a la gloria. A la postre, entre tanta parafernalia lo que se glorifica es el recuerdo de Valle-Inclán, su teatro imperecedero que algunos dieron por "muerto y bien muerto", incluso cuando empezó el desagravio de su recuperación por los años sesenta. Benditos y luminosos profetas.

La primera edición
El premio Valle-Inclán nació con buen pie hace cuatro años y continúa con espléndida andadura. El jurado ha buscado siempre la excelencia con un punto de rebote crítico valleinclanesco. El primero lo ganó Juan Echanove con una interpretación portentosa en Plataforma, el desabrido libro de Michel Houellebecq sobre el turismo sexual y otras miserias de la modernidad. La obra de Houellebecq, políticamente incorrecta, provocadora, dura y escatológica, se iluminaba con las oscuras palpitaciones de un gran actor. Angélica Liddell se alzó con el galardón el segundo año, gracias a El año de Ricardo. Lidell en estado puro: agresiva, rompedora; y excelente actriz interpretando a ese saco de maldades, a esa deformidad física de perversidad que es el personaje shakespeariano Ricardo III. El año de Ricardo venía reforzado por otra obra desgarrada y cruenta: Los débiles; perro muerto en tintorería.

Juan Mayorga es, sin duda, uno de los autores jóvenes más representativos, si no el que más, de este momento histórico; fue el ganador de la pasada convocatoria con La paz perpetua, un texto con evocaciones kantianas y ardua reflexión dramática sobre violencia y terrorismo. La paz perpetua ha roto todas las fronteras. Acaba de estrenarse en Bulgaria y en Venecia y próximamente se representará en Lyon, Polonia y Brasil. Los perros guardianes de la paz perpetua, su condición de sicarios, ladran por todo el mundo.

Finalistas de las IV edición
¿Quién completará este año el póquer de ases? Puede ser Miguel del Arco por La función por hacer; o la sátira de de Albert Boadella y Els Joglars; pudiera recaer en Nuria Espert o en Rosa María Sardá, la Bernarda y la Poncia lorquianas. O en José Ramón Fernández, del Astillero, como Juan Mayorga, por su tragedia, telúrica y torera, La tierra; o el Descartes de Josep María Flotats en su Encuentro con Pascal. Y ¿qué me dicen de Mario Gas, director del Teatro Español, que apoyado en una extraordinaria interpretación de Jordi Boixaderas dirigió Muerte de un viajante del imprescindible Arthur Miller? Dos actores, presentes siempre en los grandes sucesos teatrales, llegan como vehículos de dos personajes de obras claves del fustigador y cinematográfico David Mamet: Carlos Hipólito por Glengarry Glen Ross y Santiago Ramos, por Noviembre, un presidente imbécil de EE UU, que aclara algunos de los enigmas de la política de un gran imperio. Juan Carlos Pérez de la Fuente, que fue director de CDN y llevó al María Guerrero a Arrabal, Max Aub, Buero y Francisco Nieva, entre otras excelencias, vuelve a un autor español, Jardiel Poncela, con Angelina o el honor de un brigadier: una especie de justicia poética para un incomprendido. Queda por fin la sorpresa de Blanca Portillo, no como candidata al galardón, que ya lo ha sido en otras ocasiones, sino como un Hamlet femenino y su desnudo mientras dice ser o no ser, mirándose cual Narciso en el agua. Y por fin, el entusiasmo cervantino de Sonia Sebastián, la más neófita de los candidatos en lides teatrales. Sonia Sebastián afrontó, en el teatro de Cámara Cervantes, la dirección de los entremeses irrepresentados del manco genial, El viejo celoso y La cueva de Salamanca; un reconocimiento explícito al teatro del autor del Quijote, el gran derrotado por el populismo de Lope; mérito suficiente para que el jurado la haya tenido en cuenta.

En estos momentos doce finalistas están acariciando el galardón con la punta de los dedos o, al menos, con la ilusión afilada. Cualquiera de ellos pudiera ser el ganador; ésa es una norma inapelable que el jurado tiene muy clara desde el principio: nunca hay triunfador predestinado. La lista impresiona. Por otro lado, es opinión de los seleccionados que el hecho de ser candidatos es ya, de por sí, un premio. A tal grado de prestigio, con sólo cuatro convocatorias, ha llegado el Premio Valle-Inclán. Si don Ramón María levantara la cabeza…; puede que, pese a todo, aún quisiera fusilar a los Quintero. Y con razón.