Los autores, paseando por El Retiro de Madrid
El Matadero acoge, hasta el 26 de marzo, Penumbra, la segunda colaboración del tándem formado por los "juanes" Cavestany y Mayorga. Ahora hablan de la incertidumbre de los tiempos que corren.
Pero las semejanzas entre lo que el primero denomina "teatro histórico del momento" y la actual, "una obra que, a pesar de las peticiones de amigos para hacerla con la boda del Príncipe o el caso Gürtel, en ningún momento quiere ser una réplica de la anterior ", continúa el segundo, acaban ahí. Porque ambos son dos proyectos muy diferentes .
"Alejandro y Ana fue un montaje hecho de manera independiente -explica Mayorga-. Cada uno de nosotros escribía un episodio y luego, con el trabajo impagable de Animalario, creamos la urdimbre que entrelazara toda la obra, mientras que ahora sí que hemos hecho un proceso singular de escritura conjunta, tanto que es difícil saber de quien es cada frase".
Esta nueva forma de trabajar ha supuesto para los dos llegar más allá de lo que cada uno hubiera hecho por separado. "Nos ha permitido no tener miedo, tirar hasta donde sea, sin límites, porque sabíamos que el otro no iba a tener pudor en cortar. Y, porque más tarde, iban a llegar Andrés y Animalario para acabar de darle forma", dice Cavestany.
Penumbra surgió de una propuesta de Alberto San Juan, uno de los intérpretes del montaje, que llevaba un tiempo queriendo investigar acerca de qué es, cómo piensa y cuál es el significado de la clase obrera en estos momentos. La idea fue aceptada por Animalario, que montó unos talleres a los que invitaron a los dos autores para trabajar sobre el tema hasta que, paso a paso, otro asunto reclamó su atención. La cuestión fue la pregunta de a qué tenemos miedo. Y ya a partir de ahí la futura obra transitó por sendas, vericuetos y senderos distintos hasta pararse en "ese vago, impreciso mundo que hay entre la vigilia y el sueño", dice Mayorga. "No es un mundo irreal, sino más real que el mundo que viven los despiertos", puntualiza Cavestany.
En la obra nos encontramos a una familia formada por padres e hijo -interpretado por Luis Bermejo y una marioneta- al que no permiten cumplir su deseo de acompañarle a la playa. El motivo no está del todo claro; puede ser por un profundo miedo a la violencia que envuelve la vida u otro más antiguo que tal vez aparezca en su momento, pero al que deberá poner respuesta el espectador. Y es que no es tiempo de certezas, como lo era en 2003, el año de Alejandro y Ana... y la famosa gala de los Goya del ‘No a la guerra', que lanzó a Animalario al estrellato. "No hay cambio respecto a entonces en mi forma de trabajar. Cuando escribo lo hago de mi tiempo, que ahora es de incertidumbre y fragilidad", advierte Mayorga, que ahora tiene de gira por Levante una nueva versión de Himmelweg por la Compañía Ferroviaria. También reestrenará, a mediados de febrero, El chico de la última fila en La Tabacalera de Madrid mientras medita dirigir a Clara Sanchis y Pedro Miguel Martínez en La lengua hecha pedazos. Por su parte, Cavestany estrenará el 11 de febrero en los cines Berlanga de la capital su película Dispongo de barcos.