Belén Rueda y Pablo Rivero, en la obra
La decadencia de una rica familia en la ascensión de los nazis al poder que retrató Visconti en La caída de los dioses inspira lo nuevo del esloveno director Tomas Pandur. La versión teatral se escenifica, hasta el día 20, en el Calderón de Valladolid y recorrerá luego Pamplona, Barcelona y Madrid.
Ahora sigue la huella más decadente de Visconti con su versión teatral de La caída de los dioses que estrenó ayer en Valladolid y con la que viajará luego por España (Pamplona y Barcelona) y Eslovenia hasta recalar definitivamente en las Naves del Español de Madrid en el mes de agosto. Un elenco con nombres importantes de la escena la protagonizan: "Belén (Rueda) ha sido la llave para formar el casting. Cuando ella me dijo que sí, todo fue más fácil", explica el director en una mezcla de inglés y español. Fernando Cayo, Alberto Jiménez, Manuel de Blas, Emilio Gavira y Olivia Molina son algunos de los intérpretes que dan vida a los miembros de la potentada familia Essenbeck.
La apuesta más arriesgada de Pandur es Pablo Rivero (serie TV Cuéntame), que debuta en el teatro con el corrupto personaje de Martin Von Essenbeck que protagonizó Helmut Berger en la película. "El personaje de Pablo es el más difícil, porque todos tenemos en la mente el filme de Visconti. Pablo debe interpretar a una especie de Hamlet de nuestro tiempo", añade Pandur.
Como una mezcla de las grandes tragedias de Shakespeare (Hamlet, MacBeth, Titus Andrónico, Rey Lear) y de Edipo Rey entiende Pandur esta historia familiar cuya adaptación teatral del guión ha escrito él mismo. En ella se cuenta la depravación y la lucha por el poder de los miembros de una rica y aristocrática familia alemana durante la ascensión del nazimo. Justo la noche del incendio del Reichtag es asesinado el patriarca, que detestaba a Hitler. El imperio pasa a manos de un personaje sin escrúpulos (Manuel de Blas) que se plegará a los intereses de los nazis. Su hijo Günther (Santi Marín), un estudiante sensible y preocupado, es la otra cara de su sobrino Martin (Pablo Rivero), que abusa sexualmente de su joven prima y de una muchacha judía. Martin es dominado por una posesiva madre, Sophie (Belén Rueda), viuda del único heredero del barón Essenbeck.
"El mundo ha cambiado mucho desde que Visconti estrenó esta película, en 1969, y que considero una de las grandes obras cinematográficas. Mi intención es enriquecerla desde nuestra perspectiva de hoy, investigando sobre los personajes arquetípicos que aparecen en ella y que, en realidad, nos conducen a reflexionar sobre la familia en nuestros días".
Uno de los grandes atractivos para los actores es la galería de personajes perversos de la obra, empezando por Martin y siguiendo por su madre. Pandur comenta que en los 42 ensayos que ha necesitado para montar el espectáculo, éste ha sido uno de los aspectos más trabajados con los actores: "Los malvados no existen sin su oponente. Para nosotros ha sido una tarea ardua encontrar la parte buena de estos personajes y el porqué de sus acciones. Hemos hecho una especie de psicoanálisis a aquella sociedad pero sin intentar juzgarla".
Los ensayos son para Belén Rueda la parte del proceso tetral más gozosa. "Con Pandur atraviesas varias fases. Primero, te documenta mucho sobre la época, los personajes, la Alemania del 34. Quería que vislumbráramos semejanzas entre la lucha por el poder político y la lucha que se da en la familia. Luego, hicimos trabajo de mesa, en el que nos podía pedir que actuáramos en un momento dado. Y luego el ensayo en el que Pandur muestra que tiene un código para cada actor, por lo que consigues entenderle muy bien".
La malvada Belén.
Con esta producción la actriz vuelve a las tablas por segunda vez en su ascendente carrera. Le permite también enfrentarse a su primer personaje de malvada. "Sophie es una mujer que respira maldad y que toma decisiones importantes con frialdad. Yo he tratado de entenderla, de explicar por qué actúa así. En este sentido, creo que hemos intentado superar la película, ya que por la época en que fue estrenada hay aspectos que pudieron ser censurados. Hemos querido aclarar esos aspectos".
Respecto al espacio escénico, diseñado por Numen, equipo de arquitectos colaboradores habituales del esloveno, Pandur explica que "es minimalista y cinematográfico", presidido por un espejo, "el objeto más mágico de todos los tiempos".
Convencido de que el teatro "es capaz de crear un mundo mejor, soy un creyente del teatro", Pandur habla de su oficio al estilo Brook: "Es como la destilación de perfumes, para arrancar una lágrima a un actor hay que gastar toneladas de pétalos".