Nathalie Seseña en Tartufo

Nuestro teatro barroco impulsa el mayor número de festivales mientras decaen los consagrados al teatro contemporáneo (desapareció el de Sitges y anda de capa caída el de Alicante, dedicado a los autores contemporáneos). A los festivales de teatro clásico de Cáceres y Alcalá de Henares, que se inauguran el día 15 y 16, respectivamente, se suman los de Almagro, Olite, Chinchilla, Niebla y Olmedo, también dedicados al género y que se celebran más tarde. El más veterano de los que se organizan en nuestro país, el de Mérida, está consagrado al teatro greco-romano, y el de más reciente creación, el Festival Santa Susana (Barcelona), tiene a Shakespeare como protagonista exclusivo.



Desde luego que el éxito y la implantación del Festival de Almagro, fundado hace 34 años, ha hecho que otros municipios del país hayan querido emularlo. Almagro y la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que estableció allí su sede, ha animado el gusto por el género y el público encuentra en los clásicos una vitola de calidad, pues al menos los textos tienen la garantía de haber sobrevivido 400 años. Es obvio que sus organizadores -ayuntamientos y comunidades autónomas- huyen del riesgo como gato del agua.



Pero también han influido decisivamente los entornos históricos de muchas de las ciudades que los acogen. "Cáceres es ciudad monumental, declarada así por la Unesco, y su casco antiguo medieval, con sus plazas y escenarios barrocos, que se conservan muy bien, sirven de escenografías naturales a las obras. De hecho, el Festival tuvo su origen en torneos medievales que se organizaban para aprovechar estos escenarios hasta que luego adoptó la forma de Festival", explica Isidro Timón, su director.



Pablo Nogales, que dirige la XI edición de Clásicos en Alcalá, no tiene una razón que explique el "apetito" por exhibir espectáculos del Barroco: "Posiblemente la impronta de los dos festivales históricos (Almagro y Mérida) ha hecho que otras ciudades sigan ese camino. En cualquier caso, nosotros intentamos contar con producciones que, si bien se inspiran o adaptan textos clásicos, los abordan desde una óptica moderna, propia de nuestros días".



Este año estos dos Festivales han tenido que hacer frente a una reducción presupuestaria. Timón ha contado con un tercio menos con respecto al pasado año, 205.000 euros. Y Clásicos en Alcalá dispone de un 20 por ciento menos, en total 580.000 euros. Así que hay menor número de compañías y menor número de funciones, amén de que la presencia de compañías extranjeras es mínima."Contamos con una docena menos de funciones que el pasado año y no hemos reducido más porque las compañías también han ajustado mucho sus precios", explica Nogales.



Acicate a la producción.

Ni uno ni otro festival tienen capacidad para promover producciones, por lo que sus directores recurren a lo que les ofrece el mercado. "Tenemos un acuerdo con el Mes Molière de Versalles, un festival parecido al nuestro que dirige Jean Daniele Lavalle, y con el que solemos coproducir obras bilingües, aunque este año no ha sido posible. Pero no nos limitamos a comprar espectáculos, hacemos un poquito más, ya que con muchas compañías que nos presentan sus proyectos apalabramos un compromiso de exhibición e, incluso, contribuimos a asumir ciertos gastos, como la estancia", añade Timón. Por su parte, Clásicos en Alcalá opera de forma parecida, este año solo han producido Los empeños de una casa (ver recuadro).



Cáceres y Alcalá comparten varios espectáculos y son también antesala de lo que ofrecerá Almagro. Por ejemplo, Cáceres es la primera plaza donde se verán La escuela de la desobediencia, con Cristina Marcos y María Adánez en el papel de dos damas que hablan de sexo y libertad, basado en textos del XVI y XVII; Las mujeres de Shakespeare, por El Brujo, y De Fuenteovejuna a Ciudad Juárez, una producción de la compañía norteamericana The Cross Border Project que plantea el feminicidio que tiene lugar en la ciudad mexicana a partir del texto de Lope. Las tres obras viajarán también a Alcalá y Almagro, junto con la ya estrenada La violación de Lucrecia, protagonizada por Nuria Espert.



Otros que solo se exhibirán en la ciudad extremeña son Interpretando a Shakespeare, a cargo del director y actor irlandés Denis Rafter, la producción hispanoitaliana El príncipe Constante, de Calderón, el homenaje a Fernando Urdiales con la representación de El caballero de Olmedo a cargo de Corsario, y la producción hispanocubana Donde hay agravios no hay celos, dirigida por Liuba Cid.



Respecto a Clásicos en Alcalá, los estrenos llegan con La Celestina, protagonizada por Gemma Cuervo (que viajará luego a Almagro); Diagnóstico Hamlet, a cargo del actor-manipulador Miquel Gallardo; Tartufo, dirigida y protagonizada por Hernan Gené y con Nathalie Seseña (también programado en Cáceres), y El amor enamorado de Lope de Vega, dirigido por Fefa Noia. Hay otras producciones ya estrenadas, como Macbeth, dirigida por Helena Pimenta; el espectáculo de danza y arte digital que presenta la compañía sevillana Imperdible, Los siete pecados capitales, inspirada en las obras flamencas de Brueghel y El Bosco, y El castigo sin venganza por la compañía Rakatá.



Merece especial atención una deliciosa obra, Chafarderías, sobre un texto de Goldoni (Los chismes de las mujeres), que examina los vicios de la sociedad provinciana de la Italia del siglo XVIII, interpretada por la compañía Grappa Teatro. Y también hará acto de presencia la Compañía Nacional de Teatro Clásico con Un bobo hacen ciento, original de Antonio de Solís y Rivadeneyra, autor del XVII nacido precisamente en Alcalá de Henares.

La escuela de verso de Alcalá

Los empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz, única producción propia de Clásicos en Alcalá, que también visitará Cáceres y Almagro, surge de La academia del verso de Alcalá, un proyecto apoyado por el municipio complutense y dirigido por la actriz Karmele Aranburu . Se trata de un taller para el entrenamiento de actores en el verso de nuestros clásicos. El resultado de su trabajo se materializa en la puesta en escena de esta obra, original de esta singular autora mexicana del XVII metida a monja, y que en este título teje un texto de amores enredados. Dirigida por Jesús Polanco, el espectáculo es una puesta en escena metateatral con 20 actores y la colaboración de Ramón Langa: "Hemos fundido en nuestras representaciones el teatro con el teatro y así Los empeños de una casa pasa a ser Los empeños de una Cía. S.A. ", cuenta el director.