Escena de la obra
Kriegenburg estrenó El proceso hace tres años con los actores de la Kammerspiele de Munich, centenario teatro alemán con un numeroso y más que estimable cuadro de actores. El director, antes carpintero y técnico que director de escena, ha destacado en la escena germana por adaptar textos no dramáticos y por ser la pareja artística de la autora Dea Loher. Procedente de la República Democrática Alemana, se unió a la Volksbühne de Berlín de Castorff dos años después de la caída del muro. Hoy es artista asociado a los Deutsches Theater de Berlín, una de las instituciones escénicas de mayor prestigio de la capital alemana.
"Alguien tenía que haber calumniado a Josef K, pues fue detenido una mañana sin haber hecho nada malo", así comienza la obra de Kafka, una novela inacabada y fragmentaria. K, el protagonista, no sabe de qué se le acusa, pero tampoco quién le juzgará. Su situación, a pesar de ser aparentemente absurda, resulta verosímil gracias a los abogados, jueces, ujieres, guardianes... que aparecen. Algunos han visto en la pieza una referencia clara a los mecanismos opresores de la sociedad burocratizada, de la Ley y el Estado. Otros han identificado al Tribunal que juzgará a K como un dios que no se deja ver, pero que se manifiesta en todas las cosas de la vida, o sea, la propia realidad.
Proceso fallido.
Parece ser que éste fue el segundo intento novelístico de Kafka. Escribió la obra de forma intermitente y tras sufrir un denigrante "proceso sentimental": fue examinado como pretendiente por los familiares de su novia, Felice Bauer, quienes finalmente lo rechazaron. Sin embargo, no son sólo las complejas relaciones con las mujeres de las que habla el texto lo que interesa al director, también las que tuvo con su padre y que"me parecen más importantes", en su opinión.
Llevada al cine por Orson Welles, la obra contiene elementos reveladores del interés del autor checo por el cine mudo y que ha sido, precisamente, uno de los ejes de inspiración de este espectáculo. "Una gran fuerza visual se impone en la lectura de la obra. Diría que se acerca mucho más a un guión de cine que a una pieza teatral y, por tanto, es un verdadero desafío alcanzar esta visualidad. Nosotros hemos imaginado personajes próximos a los actores de cine mudo, como Buster Keaton, Harold Pinter o Chaplin, que cultivaban la expresividad delante de la cámara. También la musicalidad del texto es importante. Diría que hay tres elementos esenciales que hemos intentado combinar: visualidad, expresividad y musicalidad".
Personalidad de K.
Otro de los aspectos más originales del espectáculo es la presentación de la personalidad de K. El director quería evitar hacer un personaje monolítico, encerrado en sí mismo, buscaba reflejar el lado cómico y grotesco que respira el texto. Encargó a los actores que cada uno estudiase una faceta del carácter del personaje: "Cada faceta de su personalidad ha sido imaginada por los actores a partir de sus maneras de actuar durante los ensayos. No las hemos preconcebido, no queríamos estructurar las emociones de K de forma que uno interpretara al K agresivo y otro al amoroso, por ejemplo. No. Se trata de que cada faceta del personaje contenga todas las emociones. Todos los personajes son prisioneros de un sistema del que no pueden escapar. Cada uno es un espejo para los otros, un espejo traumático". Walter Hess, Sylvana Krappatsch, Lena Lauzemis, Oliver Mallison, Stefan Merki, Anette Paulmann, Katherina Schubert y Edmund Telgenkamper integran el elenco.
La puesta en escena ofrece un dispositivo escénico muy eficaz y llamativo, original también de Kriengenburg, y el vestuario muy gráfico, está inspirado en los dibujos de Kafka. La obra se exhibe dentro del programa del CDN "Una Mirada al mundo", que acoge numerosos espectáculos internacionales.