La actriz Amparo Baró
Arropada por Carmen Machi y Clara Sanchís, Amparo Baró vuelve al teatro con la obra de Tracy Letts, dirigida por Gerardo Vera. Se estrena el día 7 en el Valle Inclán .
La propaganda con que se presenta Agosto es apabullante: más de seiscientas representaciones en los teatros de Brodway , Premio Pulitzer, número uno en la lista de los espectáculos más destacados de 2007 y cinco premios Tony, entre ellos el de dirección a Anna Shapiro. Y como remate un futuro cinematográfico esplendoroso: filme, con guión del propio Tracci Lets, dirigido por John Wells e interpretado por dos estrellas irrevocables del firmamento femenino: Meryl Streep y Julia Roberts. Al margen de este expediente deslumbrante, Condado de Osage es, sobre el papel, una buena obra que combina el humor negro con una especie de corrosiva degradación ambiental y vital; imagen de la devastación moral; el hedor mefítico de un Edgard Allan Poe y El hundimiento de la casa Usher.
Penúltimo montaje de Vera. Este es el penúltimo montaje de Gerardo Vera antes de abandonar la dirección del CDN. Volverán a caer los reproches de siempre: máxima atención a los éxitos extranjeros y muy poca a los autores españoles, teatro de élite y escaparate y la pregunta también de siempre: con lo que cuesta este montaje ¿cuántos montajes de autores españoles podrían hacerse en un centro oficial? El autor español necesita ayuda, lugares donde estrenar y, dada su condición generalmente deficitaria, ha de fiar su suerte al teatro público que, a su vez, fía la suya a los éxitos que vienen del extranjero. Producciones como la de Agosto (Condado de Osage), por su dimensión industrial, parecen más propias del teatro privado; pero ¿está el teatro privado en condiciones de abordar tan magnas empresas?
La versión de Agosto (Condado de Osage) es de Luis García Montero, gran poeta galardonado y reconocido en todas sus vertientes de escritor. No es la primera vez que al poeta granadino le tienta la adaptación teatral. En realidad muchos grandes poetas han probado la versión de obras importantes, Cernuda, Félix Grande, Caballero Bonald, Pepe Hierro... ¿Cierta afinidad entre el lenguaje escénico y el lenguaje esencial de la poesía? En su dimensión plural de director, escenógrafo, figurinista y director artístico los espectáculos de Gerardo Vera tienden siempre a la grandeza visual, a una profundidad óptica y esteticista de gran calado.
A ello contribuirá seguramente un escenógrafo como Max Glaenzel, que en sus trabajos con Estel Cristiá ha alcanzado altos grados de excelencia. Últimamente firma solo. Habrá que ver qué correspondía a cada cual en aquellos éxitos de Tio Vania, 2666, Apres moi le déluge y otras numerosas obras que los encumbraron. Nombres como Alejandro Andújar como figurinista, Felipe Ramos en la iluminación, Eva Fernández en la caracterización y Alvaro Luna en videoescena son también una garantía.
Por lo que se refiere al reparto, Gerardo Vera tampoco ha escatimado medios ni nombres. Amparo Baró, abducida en los últimos años por la televisión, ha perdido un poco la onda del teatro después de doce años de ausencia. Pero de su calidad y trayectoria puede esperarse que la recupere enseguida. Carmen Machi está en un momento de dulce y los demás tienen una historia y una carrera de incuestionable profesionalidad. Es uno de esos raros elencos en el que todos tienen un cierto aire de protagonistas y en ocasiones lo han sido: Clara Sanchís, Gabriel Garbisu, Sonsoles Benedicto, Abel Viton, Miguel Palenzuela... En todos hay aroma de buenos intérpretes. Con estos mimbres es difícil, casi imposible, no hacer un buen cesto.