El performer Juan Navarro, actor y músico, hace un parón en sus trabajos con Rodrigo García para dirigir Tala, adaptación de la novela de Bernhard que interpreta Gonzalo Cunill. A partir del 23, en la Cuarta Pared, dentro del Festival de Otoño.
Desde la década de los 90 Juan Navarro se ha movido en el teatro de vanguardia, en el terreno de la performance. Comenzó en La Fura dels Baus y después se trasladó a Berlín, donde colaboró con distintas compañías. En la actualidad vive en Barcelona, desde donde trabaja habitualmente con La Carnicería de Rodrigo García o General Eléctrica de Roger Bernat. Ahora ha hecho un parón en sus habituales trabajos para sumergirse en el teatro de texto con Tala, adaptación de la novela de Thomas Berhard que interpreta Gonzalo Cunill.La idea de llevar a las tablas la obra de Bernhard empezó con una lectura paralela del libro por parte de Navarro y Cunill. "Mientras la leíamos nos contábamos lo que nos parecía, lo que nos sugería la novela. En uno de esos comentarios nos dimos cuenta de que era un texto que no se quedaba sobre el papel, que su musicalidad y profundidad hacían necesario decirla en voz alta", recuerda el director tres años después de aquella charla.
"A partir de ahí empezamos a pensar cómo podía ser la manera de transformarla en teatro. Nos dimos cuenta de que la adecuada era un soliloquio que trasladara las ideas de Bernhard". A eso se sumó la actualidad del texto que "hace una crítica demoledora de la sociedad de su tiempo, perfectamente válida a la actual, a pesar de que la escribió en 1984 y no pudo publicarla hasta dos años después. Algunos de los supuestamente retratados decidieron demandarle".
Los temas que Bernhard trata son habituales en otras obras del autor . Aquí toma como punto de partida un viaje que hizo a un pueblo para asistir al entierro de una amiga de juventud que se había suicidado. Tala disecciona la sociedad austriaca, que según Navarro el autor retrata como "mediocre y fracasada por culpa de sus integrantes, personas y artistas que dejaron de lado sus sueños iniciales de cambiar el mundo por la comodidad que les ha proporcionado situarse al frente de la vacía corte artística del país". A este asunto suma también sus habituales reflexiones sobre la muerte y deja entrever "una relación especial, latente aún, con Joana, la amiga suicidada, algo infrecuente en su obra".
Todos estos temas aparecen de manera aparentemente dispersa y repetitiva en Bernhard. "Es un autor magnífico, bello y profundo, pero dificilísimo, porque vuelve una y otra vez a lo mismo cuando ya estás en otra parte", asegura Navarro, que ha declinado hacer un trabajo realista. "Hemos intentado huir de toda la teatralidad del contexto para centrarnos en una puesta más abstracta que muestre una atmósfera de encierro".
Tala es una forma diferente de trabajar para Navarro, habituado a escribir textos a partir de sus trabajos en el escenario. En esta ocasión ha invertido el proceso, ya que el árido texto de Bernhard es el gran sostén del espectáculo. "No sólo hemos respetado hasta la última coma de la traducción oficial de Miguel Sáenz, (que también se ha encargado de supervisar la dramaturgia)", aclara el director, sino que "desde el principio hemos tenido claro que el texto es lo que mandaba , lo hemos repetido hasta encontrar las respuestas a las preguntas que nos hacía".
Esta manera de plantearse la puesta en escena ha supuesto para Navarro "una experiencia rara, pero bonita", tanto que ya está pensando en "un proyecto más pretencioso". Pero él sigue con su línea performista. Tiene previsto estrenar una obra en Caracas a finales de agosto, un trabajo sobre la mujer en Bruselas también en el verano, mientras continúa la gira mundial, de Grecia a Brasil, con la Carnicería de Rodrigo García.